Cardenal Terrazas: profeta de la fe y siervo del Dios de la Vida

La muerte del Cardenal Julio Terrazas Sandoval enluta al país y sus mensajes fruto de sus homilías pronunciadas con fervor, pasión y hasta con algo de inspiración divina, hacen que el "Tata Julio" como lo conocimos la mayoría de orureños y la gente de Iglesia, se convierta en el profeta de la fe y el siervo fiel del Dios de la Vida, de esa vida en abundancia de la que ahora él goza por haber llegado a la Casa del Padre, después de consagrar su vida a Cristo el Señor.

Su tesonero trabajo a favor de quienes más lo necesitan, "los pobres que son los preferidos del Señor", como pregonaba en su lucha cotidiana para denunciar las injusticias y poner al descubierto la corrupción, el autoritarismo y hasta las actitudes hostiles y abusivas de autoridades y gobernantes, le valió presidir durante 25 años entre 1985 y 2012 la Conferencia Episcopal de Bolivia, siendo elegido siempre por voto unánime de los obispos del país.

Julio Terrazas fue obispo de la Diócesis de Oruro (1982-1991), después de ser obispo auxiliar de La Paz (1978-1982) y llegó al cargo de Arzobispo de la Arquidiócesis de Santa Cruz de la Sierra en 1991, siendo consagrado Cardenal el año 2001 en sucesión del Cardenal José Clemente Maurer, de origen alemán quien también fue de la Orden de los Redentoristas. Desde arzobispo vivió en Santa Cruz, ejerció hasta su deceso su mandato de Cardenal y arzobispo emérito, tras una larga historia por su lucha social y el arduo trabajo cumplido para enfrentar a las dictaduras militares, denunciar los abusos y atropellos de gobernantes de turno y ser líder para el sostenimiento de la vida democrática.

El trabajo tesonero del Cardenal arrancó en nuestra Diócesis del Altiplano Central en la década de los años ochenta cuando impulso su misión pastoral -muchas veces incomprendida- al señalar que Oruro era un pueblo que camina con firmeza y avanza hacia la construcción de una nueva sociedad basada en la justicia, la fraternidad y en la búsqueda de la verdad, para hallar su liberación integral que sólo Cristo nos puede dar.

El obispo Julio Terrazas al renunciar a su cargo de Arzobispo de Santa Cruz, a la edad de 77 años y luego de dos años de espera en estricto cumplimiento del Código Canónico, que establece que los obispos cuando cumplen 75 años deben renunciar a su cargo, siguió hasta ayer ejerciendo como cardenal y arzobispo emérito, dejando ahora a plenitud el gobierno pastoral de la Arquidiócesis de Santa Cruz de la Sierra a Monseñor Sergio Gualberti, digno sucesor del prelado boliviano, junto al Obispo Braulio Sáez García.

Su más de medio siglo de ejercicio sacerdotal avalan su solvencia moral y ética a toda prueba, porque Terrazas deja una profunda huella en la Iglesia Católica por su compromiso, entrega y decisión para la defensa de los derechos y libertades de todos los bolivianos, haciendo de ese ejercicio un apostolado de su vida consagrada a la causa del Señor. Fue también el único purpurado boliviano que representó a nuestro país en dos cónclaves para elegir al Papa, Obispo de Roma, y uno de los 19 cardenales de Latinoamérica que asistió como elector para elegir en el cónclave de marzo de este año al actual papa de la Iglesia Católica, el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, conocido hoy como el Papa Francisco.

El Cardenal Julio Terrazas, en la eucaristía de acción de gracias por el servicio pastoral que ha ofrecido en el ministerio episcopal durante 35 años el año 2013, con la humildad que le caracterizaba, agradeció en su homilía a Dios, al Dios de la Vida que le permite luchar por la causa del Señor. Dijo "gracias, porque a lo largo de estos años has podido por los menos ayudarme a pronunciar que Cristo es el Señor y que nosotros no tenemos que arrodillarnos delante de ningún ídolo para sentirnos felices". Su vida es la muestra del ejercicio sacerdotal como un "presbítero diplomático" como lo calificó el diario español El País, el año 2008 como uno de los cien protagonistas del año, para reclamar con humildad y sencillez por un pueblo que camina.

Su inclaudicable lucha en la defensa de los derechos sociales y las libertades ciudadanas lo enfrentaron al poder político, pese a ser el actual presidente del Estado Plurinacional, Evo Morales, una de las personas que más apoyo y ayuda recibió a su causa de la defensa de la sagrada hoja de la coca, desde su época de Obispo de la Diócesis de Oruro que ejercía Monseñor Terrazas, quien asumiendo una postura infranqueable supo denunciar los excesos de poder del actual régimen gobernante denunciando el crecimiento de la ilícita actividad del narcotráfico, la concentración de poder y otros abusos que se cometieron, reclamando respeto para que ejerzan su derecho de libertad y libre expresión los perseguidos y los presos políticos.

En su trabajo pastoral deja huella honda, puesto que fue el impulsor de los movimientos sociales de la Iglesia Católica, a partir de las comunidades eclesiales de base, donde formó líderes que ahora están presentes en la lucha social y política del país, asumiendo el compromiso de construir un mañana mejor para todos los bolivianos.

Su trabajo de mentor y guía fue importante, lo que le valió para presidir durante 25 años entre 1985 y 2012 la Conferencia Episcopal de Bolivia, por voto unánime de los obispos del país, llegando a ocupar el máximo cargo a nivel mundial cuando fue nombrado y consagrado primer cardenal nacido en Bolivia, por el Papa Juan Pablo II el 21 de febrero de 2001. Su humildad, sencillez y entrega son la muestra de esa auténtica vocación de servicio que deja como ejemplo y testimonio de una vida consagrada al sacerdocio.

Ahora podemos decir sin lugar a equivocarnos que el Cardenal Julio Terrazas Sandoval, vivió para servir, como manifestó en su magistral expresión del papa Francisco durante su visita a Cuba este año, al asegurar que "quien no vive para servir no sirve para vivir". Terrazas cumplió a plenitud ese mandato y es profeta y siervo fiel del Dios de la Vida a quien sirvió con entrega, dedicación y hasta renunciamiento, para liberarnos y permitir que todos los bolivianos seamos libre en verdad y libres en justicia. Ojalá las nuevas generaciones de sacerdotes, religiosos y laicos puedan seguir el ejemplo del prelado boliviano, que supo impulsar la construcción del Reino del Señor, aquí y ahora, dejando de lado toda pretensión y, lo que es más, mostrando siempre ese gran carisma de servicio a la causa del Señor, sin fatiga, sin renunciamiento y sin escatimar ningún esfuerzo. Dios lo tenga en su santo reino.

(*) Periodista