En vista de la furia con que ha recibido el gobierno los resultados de las elecciones del 4 de abril, lo que corresponde es darle algunos consejos para el consuelo, en vista de que la furia podría desembocar en hechos torpes que nadie quiere para el país.Nuestros gobernantes tendrían que saber que a veces el electorado se equivoca y no elige a los mejores. Jorge Luís Borges decía que la democracia es una sobreestimación de las estadísticas, porque supone que quien saca más votos tiene la razón o es el mejor.
Como es bien sabido, a veces los pueblos optan por darse una purga, e incluso llega a auto flagelarse con los votos. Pero por lo general se le perdona, porque al fin y al cabo está ejerciendo su derecho.
La herida más dolorosa del gobierno es haber perdido en la alcaldía de La Paz y no logra consolarse con el hecho de haber ganado en Cobija. Aquí está claro que hizo un mal cálculo y puso los huevos en una canasta equivocada. En ajedrez, por ejemplo hay que hacer jaque al rey, no al peón. Siempre es bueno tener los objetivos claros.
También tendría que saber el gobierno que los votantes de La Paz son muy sensibles. Tienen tan desarrollado el sentido de la política que advierten cuando un gobernante se está pasando de la raya. En 1871, por ejemplo, sacaron a patadas del país al dictador Mariano Melgarejo, que huyó al galope y se refugió en Yunguyo, Perú. Desde entonces, Yunguyo figura como una salida para que, en extrema urgencia, puedan hacer mutis por el foro los dictadores bolivianos.
A los paceños no les gusta que el presidente se pase la vida insultando a la gente o a las regiones. Lo que hay que entender es que el electorado paceño, tonto, no es. Tener 80% del apoyo electoral -ahora se sabe- no garantiza que en cuatro meses sea igual. En La Paz nadie tiene el voto comprado.
Perder en siete de las nueve capitales de departamento es una cosa difícil de asimilar seguramente, pero no justifica que se ordene el asalto de las cortes electorales.
Quizá al gobierno no le preocupe la opinión pública interna, pero no debe olvidar que el mundo está observando lo que ocurre en el país. Todos los reportes, excepto los del periodismo propio o aterrorizado, dicen que el gobierno es un mal perdedor. En el exterior se muestra al campeón Evo Morales pateando el tablero de las elecciones bolivianas.
Por último, lo que debería saber el presidente es que su idea de poner al hielo a los departamentos donde perdió su partido es muy mala. ¿Qué deberán hacer los habitantes de esas regiones? ¿Irse del país?
¿No construirá carreteras, con o sin sobreprecio, a las regiones condenadas, expulsadas del edén masista?
La idea, además de perversa, es impracticable. ¿Cómo va a excluir a las ciudades capitales donde perdió?
Sería todo un embrollo. Lo mejor que puede hacer es asimilar las derrotas allí donde las tuvo, resignarse con los pequeños triunfos que logró y proponerse trabajar por el país, sobre todo ahora que no hay elecciones a la vista.
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