Jueves 03 de diciembre de 2015
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Editorial y opiniones
Venezuela y la cláusula democrática del Mercosur
03 dic 2015
Marcelo Ostria Trigo
El desasosiego en el ´socialismo del siglo XXI´, por el reciente triunfo de Mauricio Macri, aumentó con la reiteración del propósito del presidente electo argentino de plantear que el Mercosur aplique al Gobierno venezolano la cláusula democrática del Protocolo de Ushuaia, porque éste ha desnaturalizado las instituciones democráticas y viola los derechos humanos.
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, salió en defensa del régimen de Nicolás Maduro y acusó a Mauricio Macri de "interferir en los asuntos internos de Venezuela", ya que, "guste o no" -dijo- en ese paÃs "rige la democracia y un proyecto polÃtico que se ha cansado de ganar elecciones". Por su parte, el canciller uruguayo, Rodolfo Nin Novoa, "no ve razón para aplicar la cláusula democrática a Venezuela, ya que en ese paÃs se está lejos de una alteración del orden democráticoÂ?", mientras el ex presidente uruguayo Julio MarÃa Sanguinetti afirmó que "Venezuela es una dictadura apenas maquillada".
Asà se plantea una divergencia mayor sobre el alcance del principio de no intervención. Quienes intentan justificar su apoyo al régimen chavista invocando este principio pasan por alto que se haya hecho trampas electorales y que se persiga, torture, encarcele y asesine a opositores. Según ellos, se trata de ´acciones soberanas´. Esto, en verdad, deforma el principio de no intervención y vulnera la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Pero el ambiente ya se ha caldeado: El asesinato del dirigente opositor venezolano Luis Manuel DÃaz ha provocado encendidas protestas, como la de Luis Almagro, secretario general de la OEA, que, alejado de las presiones del Frente Amplio uruguayo que integró, afirma que esta muerte "es una herida de muerte a la democracia". Dejar pasar la violencia en la polÃtica está en contraposición con la obligación de preservar los derechos humanos; es decir, cuidar la integridad, la vida, los bienes, la dignidad y la libertad de todos los ciudadanos. Esto no gusta a los autoritarios, que contaban con el silencio de gobiernos complacientes.