Martes 01 de diciembre de 2015
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De nada valieron los denodados esfuerzos de un gobierno agonizante, al tratar de emparejar los votos del caballo del corregidor a niveles que se aproximen a los del candidato opositor cuando, ya escrutadas el 60% de las urnas, el propio Scioli, excesivamente caballeroso, reconoció su derrota que, hasta ese momento, se marcaba con una diferencia de 8 puntos.
En efecto, hasta hace apenas una semana antes de las elecciones por la segunda vuelta, la Consultora Elypsis, que fue la que en la primera vuelta estuvo más próxima en sus predicciones, daba un 48% para Macri y 37% para Scioli, pronóstico que éste confirmó conocer públicamente, antes de los sufragios.
Dichas contradicciones fueron la señal inconfundible de un régimen populista que trató de manejar a su antojo la consulta popular, ante el cansancio del pueblo a la corrupción desembozada, a las expropiaciones que ahuyentaron la confianza e inversión internacional, a las agresiones estériles, y a una inflación que se sitúa entre las más altas de la región.
De ahí el acucioso afán de los opositores por inquirir al nuevo presidente sobre cuatro temas, que son los que ensombrecen el actual régimen y constituyen minas dejadas para hacer volar por los aires a la nueva administración: La devaluación, el narcotráfico, la supresión de los subsidios y prebendas y las relaciones con los países de la Unasur, que otrora fueron los puntales del Kirchnerismo.
