Martes 01 de diciembre de 2015

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"El ser humano es un ser que decide". Estas palabras sostuvieron a en su momento Viktor Frankl, neurólogo y psiquiatra austrÃaco que resistió durante tres años la vida en los campos de concentración nazis. Durante este tiempo, Frankl, en lugar de darse por vencido y rendirse, decidió que su situación iba a cambiar. No sabÃa cómo ni cuándo iba a suceder, pero confió en su intuición y se dispuso a seguir una corazonada.
Las personas no somos robots, no siempre somos criaturas racionales. Estamos hechos de emociones. Por eso serÃa incorrecto pensar que la racionalidad es nuestro punto fuerte. Hay momentos en los que debemos seguir nuestro instinto. Sobre todo cuando, gracias a la intuición, somos capaces de llegar a una conclusión en cuestión de segundos. El ensayista y sociólogo Malcolm Gladwell bautizó este proceso con el nombre de Blink, o parpadeo, un procedimiento que no es tan simple como puede parecer, y que se basa en las experiencias acumuladas a lo largo de la vida de una persona.
Sin embargo, la intuición no solo puede servir para resolver conflictos en un instante. Es gracias a esta percepción que podemos progresar en la vida y, como ya se viera con personas con una gran capacidad de intuición como Julio Verne, vislumbrar trazos del futuro y de inventos que acabarÃan por existir. Pero no hace falta ir tan lejos para comprender la fuerza de las intuiciones. En los años 80 era impensable pensar en la necesidad de almacenar más de un Megabyte, e incluso Bill Gates declaró que "640 kilobytes deberÃan ser suficientes para cualquier persona". Un hecho que alguien intuÃa que tendrÃa que cambiar, y gracias a eso, un iPhone actual tiene más de 100 millones de kilobytes de almacenamiento.