La parada militar del último 14 de noviembre reafirmó una vez más que las Fuerzas Armadas gozan aún de buena salud. Pudo notarse esto en la presencia de muchos miembros llegados de diferentes regimientos del interior, así como en otras actividades colaterales (teatro, danza, música, carrera pedestre, etc.) que dieron realce a un aniversario más de la institución tutelar de la patria.
La gallarda presentación de oficiales, suboficiales y conscriptos al son de interpretaciones marciales ejecutadas por bandas bastante bien preparadas; a la par la exposición de diferentes atuendos acordes a las diferentes armas como artillería, caballería e infantería , el paso de tanquetas y carros de combate, así como el vuelo de helicópteros, etc. deleitaron, seguramente, a la ciudadanía que se dio cita en la Av.6 de Agosto.
Sin duda la ciudadanía ha debido sentirse orgullosa de sus fuerzas armadas y más de uno habrá suspirado nostálgico recordando su paso como conscripto por algún regimiento, hasta aquí todo bien...
PERO...
El pero que nunca falta. Una breve noticia periodística daba cuenta el 10 de noviembre de un supuesto abuso a soldado.
La madre de un conscripto del Área Naval 2 de Santa Cruz denunciaba que aquella guarnición no correría con los gastos de una lesión en la columna que su hijo habría sufrido por el castigo de un sargento que tumbándolo en el piso, castigo inmisericordemente al soldado por no haber realizado un ejercicio. Familiares explicaron que Yamil Montaño Burnez está hospitalizado desde marzo y los jefes militares no quieren hacerse responsables de los 10.000 dólares que demandaría la curación, incluidos los ocho pernos para su maltrecha columna.
¿OTRA VEZ?
Claro que lo anterior ya no sorprende a nadie, porque se han denunciado innumerables casos de abuso físico en diferentes latitudes de Bolivia desde varios años atrás. Casos que en su gran mayoría reciben poca o ninguna atención y se van diluyendo en la nada para impunidad de los culpables.
Lo que sorprende, en todo caso, es que el abuso haya ocurrido una vez más. Tomando en cuenta anteriores denuncias, algunas de ellas con muerte incluida, ya debería haber cambios de conducta en los sargentos no obstante, al parecer, todo sigue igual.
Lo recurrente de estos actos afecta, sin duda, la imagen seria, responsable y gloriosa que las Fuerzas Armadas deben dar a la sociedad. Se supone que estamos en un proceso de cambio, hemos dejado atrás otros tiempos, existen nuevas y favorecedoras leyes a los derechos humanos, somos un país declarado como pacifista y la actitud gubernamental, como ejemplo, así lo muestra cuando acude a una corte internacional y a la diplomacia para intentar el retorno al mar. Entonces ¿que pasa? ¿Acaso las Fuerzas Armadas no están bajo la tuición del Estado? ¿no es el presidente su Capitán General? ¿no se enteraron aún de las nuevas leyes y políticas?
OTRO ES EL ENEMIGO
Las y los ciudadanos que llevan orgullosos el uniforme de la patria, deberían tener presente que son parte de una institución tutelar de la nación, encargada del cuidado de la integridad territorial y de sus habitantes. En tiempos de paz el servicio a la patria se da en diferentes rubros, por cierto sin descuidar la permanente preparación y actitud militar en aras de la seguridad del estado.
Será en tiempos de conflicto, acaso interno o externo cuando tengan que surgir actitudes y acciones acordes al contexto para repeler las agresiones que pueda sufrir la patria.
Entretanto no nos confundamos, no pensemos que el adversario a vencer es nuestro camarada, no veamos a los jóvenes y bisoños reclutas como al enemigo.
(*) Lic. en Comunicación Social
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