Viernes 27 de noviembre de 2015
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Para el ciudadano boliviano ya no es novedad que el narcotráfico tiene carta de ciudadanÃa, lo cual hace que sus redes cancerinas vayan devorando a nuestra sociedad sin que haya manera concreta de extirparlo.
La preocupación es mayor al ver cómo el Estado, deja de lado su obligación de defender el capital humano protegiendo la salud de la población, circunstancia bien aprovechada por los impulsores del tráfico de estupefacientes para llegar a la población indefensa, particularmente los niños y adolescentes, a quienes, con engaños, se les incita a consumir droga de diferentes maneras.
Lugares o centros de reuniones masivas por efecto de acontecimientos públicos, son puntos vitales, para lograr ese maligno propósito, no siendo suficiente cualquier control que se haga a fin de evitar su expansión.
Para mal de nuestros pesares, en el exterior, somos mal vistos porque se conceptúa a Bolivia como "el paÃs de la droga" (SIC), tanto en el consumo como en la exportación de materia prima y el alcaloide.
Al respecto nadie dice nada, manteniendo un silencio cómplice, como si el propio gobierno estarÃa dando paso a esa irregularidad, poniendo en tela de juicio la idiosincrasia nacional.