No es fácil aceptar la existencia de un sólo sistema económico en el mundo que ha ido -y sigue- evolucionado poco a poco hacia la plena libertad. Es la "economÃa de mercado" cuyos aspectos fundamentales se basan en las conocidas leyes económicas de la oferta y la demanda, las mismas que se expresan en relaciones de intercambio con dinero, y donde prevalece la propiedad privada y la competencia.
Sin embargo, durante el siglo XX la economÃa se caracterizó por una fuerte y creciente intervención del Estado, desde un extremo, caracterizado por la ex URSS, hasta los denominados "estados del bienestar" europeos. En el primero, se logró estructurar un "capitalismo de estado" donde desapareció la propiedad privada y donde pasó a ser labor del Estado la fijación de todos los precios. Estos dejaron de determinarse libremente en los mercados. En el caso europeo la caracterización estatal fue la fuerte regulación de los mercados, en particular, el mercado del trabajo, y donde el gasto público crece persistentemente.
Si se busca construir una sociedad donde el disenso y la tolerancia convivan se requiere una economÃa libre de mercado, donde el Estado sólo cumpla un rol subsidiario. Los mercados pacÃficamente resuelven el permanente conflicto de intereses que siempre conviven en toda sociedad.
Douglas North, Premio Nobel de EconomÃa de 1993, dice que el orden polÃtico no surge espontáneamente, sino que requiere ser construido, cuya constitución se convierte en condición para el desarrollo de una economÃa de mercado. Y el orden polÃtico a organizarse debe cumplir algunos principios que son: un pleno respaldo social para el acuerdo sobre el tipo de instituciones polÃticas que deben existir en una sociedad determinada; limitación constitucional al ámbito de la polÃtica; una clara definición de los derechos de propiedad, y un compromiso creÃble, por parte del Estado, de garantizar los derechos ciudadanos.
Es necesario construir institucionalidad porque en el largo plazo se asegura el desarrollo económico. Esto quiere decir, siguiendo a Dani Rodrik, burocracias públicas meritocráticas, judicatura independiente, banco central profesional, polÃtica fiscal estabilizadora, polÃtica antimonopolio y regulación, supervisión financiera, seguridad social y democracia polÃtica. A esto se llama el buen gobierno.
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