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Invitado

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Cultural El Duende

BARAJA DE TINTA

La hostilidad de nuestros vecinos

22 nov 2015

De Gabriel José Moreno a su hijo Gabriel René Moreno

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Santa Cruz, 12 de enero de 1864

Mi querido René:

Con suma complacencia contesto tus dos apreciables cartas de 15 y 30 de noviembre que recibí juntas por ese correo. Su carácter expansivo y explícito sobre todas las cuestiones que actualmente agitan a nuestro continente y, especialmente analítico en las que hoy se debaten dos pueblos hermanos que nunca debieran haberse malquistado, y de los cuales uno es nuestra patria, les comunica interés y son además apreciables porque satisfacen el ansia en que vivimos acá en esta región tan apartada. Os doy por ellas muchas gracias, más en estos días he podido satisfacer la curiosidad de mis amigos, ansiosos de conocer el estado de las cosas.

Ojalá pues, el señor Frías haya llegado a obtener su laudable propósito y haga un acuerdo definitivo de límites. Por lo demás, es doloroso ver la crueldad con que la culta Chile, cuya industria se desarrolla prodigiosamente y se presta a la exportación por sus 300 leguas de costa toda poblada y amena, verla disputarnos un centenar de leguas de costa árida y desierta por falta de aguas, a nosotros que no tenemos comunicación con el extranjero que nos ahogamos de sofocación y mortal asfixia [...]

El Perú nos hostiliza, el Brasil nos niega el río de que somos ribereños y cuyas aguas aumentamos con las nuestras, lo mismo ya comienzan a decir que lo pretende el Paraguay, lo pretende también Argentina disputándonos Tarija que nos facilitaría nuestro acceso al Bermejo; hoy Chile nos arrebata nuestra ventana al Pacífico, ¿qué quieren pues? ¿que nos hagamos militares, que abandonemos la aspiración a las glorias de la agricultura, de las artes y del comercio exterior y que nos contraigamos a las solas glorias militares? ¿que nos militaricemos tanto que nos hagamos temibles para vivir? Pero sepan ellos que a nuestro lado tampoco vivirán muy tranquilos. A un pueblo no se lo puede perseguir tanto.

Volviendo a lo formal, dudo que persistas en tus precedentes convicciones después de lo escrito por el señor Santibáñez. Amunátegui se contradice con los principios a que se había atenido antes en la cuestión sobre la Patagonía, y se hace ridículo como ya lo fue el señor Varas cuando acuden a sus vergonzosos argumentos de redacción gramatical. Eso después de las otras palabras a que recurre como hasta y otras encontradas en Constituciones chilenas y leyes de Indias que harían abochornar al más vulgar estudiante.

Pero me dices que se abre en Chile una época de justicia que no debiéramos contradecir irritando los ánimos así dispuestos con nuestra vocinglería periodística, así lo deseo yo también porque es menester proteger aquella laudable intención. Ojalá el señor Frías baste para arreglarlo todo.

¡Gran noticia! Ya tenemos prensa en Santa Cruz. Os va el Nº 1 de la "Estrella del Oriente". Mucho erraremos el principio, porque, ¿qué pueblo no ha errado también? Sin hábitos para escribir en público, tal vez con exageradas pretensiones de los articulistas. Pero ya viene la generación que está a la puerta para entrar a la escena: ella adoctrinada por nuestras mismas vaciedades, escribirá mejor y en Santa Cruz ya podrá en adelante formularse ese poder que aún no conoce por acá la opinión. Ella nos irá corrigiendo y mejoraremos a la Estrella.

A mí me señaló profesor Tristán Roca para encabezar la pléyade de flamantes escritores que ha emprendido la tarea. Yo me he confesado sin capacidad porque carezco de hábitos, de pretensiones que es lo peor, y nada juzgo que sea digno del público. Habiendo aprendido lo que estudié sin método ni sistema, mis producciones se resentirán siempre de esa falta. Mi cabeza pudiera compararse a un lúcido cajón de retazos de un buen sastre... Ya es llegado el caso de haceros a vos mis confesiones porque ya os hallas en estado de juzgarme y me avergonzaría mucho si llegara a creer que mi hijo se riera o censurarse mis pretensiones que él reputase sin mérito ni base sólida.

Clemencia, con Ponce y su chico, están buenos. Yo también de salud, y hoy me alegré porque se aproxima el día de tu regreso. Ya habrás visto las ideas lúgubres que se me escaparon a este propósito en una de mis anteriores que ya habrás leído. Tu tierno y afectuoso padre.

Gabriel José Moreno.

Para tus amigos: