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Domingo 22 de noviembre de 2015

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Cultural El Duende

Patas arriba

22 nov 2015

Eduardo Galeano

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El Miedo Global

Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo.

Los que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo.

Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida.

Los automovilistas tienen miedo de caminar y los peatones tienen miedo de ser atropellados.

La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje tiene miedo de decir.

Los civiles tienen miedo a los militares, los militares tienen miedo a la falta de armas.

Las armas tienen miedo a la falta de guerras.

Es el tiempo del miedo.

Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo.

Miedo a los ladrones, miedo a la policía, miedo a las puertas sin cerraduras, al tiempo sin relojes, al niño sin televisión.

Miedo a la noche sin pastillas para dormir y miedo al día sin pastillas para despertar.

Miedo a la multitud, miedo a la soledad. Miedo a lo que fue y a lo que puede ser. Miedo a morir, miedo a vivir?

La mamá despreciada

Las obras de arte del África negra, frutos de la creación colectiva, obras de nadie, obras de todos, rara vez se exhiben en pie de igualdad con las obras de los artistas que se consideran dignos de ese nombre. Estos botines del saqueo colonial se encuentran, por excepción, en algunos museos de arte de Europa y Estados Unidos, y también en algunas colecciones privadas, pero su espacio natural está en los museos de antropología. Reducido a la categoría de artesanía o expresión folklórica, el arte africano es digno de atención, entre otras costumbres de los pueblos exóticos.

El mundo llamado occidental, acostumbrado a actuar como acreedor del resto del mundo, no tiene mayor interés en reconocer sus propias deudas. Y, sin embargo, cualquiera que tenga ojos para mirar y admirar, podría muy bien preguntarse: ¿Qué sería del arte del siglo veinte sin el aporte del arte negro? ¿Hubieran sido posibles sin la mamá africana que les dio de mamar, las pinturas y las esculturas más famosas de nuestro tiempo?

En una obra publicada por el Museo de Arte Moderno de Nueva York, William Rubin y otros estudiosos han hecho un revelador cotejo de imágenes. Página tras página, se documenta la deuda del arte de los pueblos llamados primitivos, que es fuente de inspiración o plagio.

Los principales protagonistas de la pintura y de la escultura contemporáneas han sido alimentados por el arte africano, y algunos lo han copiado sin dar ni las gracias.

El genio más alto del arte del siglo, Pablo Picasso, trabajó siempre rodeado de máscaras y tapices del África, y ese influjo aparece en las muchas maravillas que dejó. La obra que dio origen al cubismo. Les demoiselles d Avinyo (las señoritas de la calle de las putas, en Barcelona) brinda uno de los numerosos ejemplos. La cara más célebre del cuadro, la que más rompe la simetría tradicional, es la reproducción exacta de una máscara del Congo, que representa una cara deformada por la sífilis, expuesta en el Museo Real del África Central en Bélgica.

Algunas cabezas talladas por Amedeo Modigliani son hermanas gemelas de máscaras de Mali y Nigeria.

Las franjas de signos de los tapices tradicionales de Mali sirvieron de modelo a las grafías de Paul Klee. Algunas de las tallas estilizadas del Congo o de Kenia, hechas antes de que Alberto Giacometti naciera, podrían pasar por obras de Alberto Giacometti en cualquier museo, y nadie se daría cuenta. Se podría jugar a las diferencias, y sería muy difícil adivinarlas, entre el óleo de Max Ernst, Cabeza de hombre, y la escultura en madera de Costa de Marfil, Cabeza de un caballero, que pertenece a la colección privada de Nueva York. La luz de luna en una ráfaga de viento, de Alexander Calder, contiene un rostro que es el clon de una máscara luba, del Congo, ubicada en el museo de Seattle.

Enigmas

¿De qué se ríen las calaveras?

¿Quién es el autor de los chistes sin autor? ¿Quién es el viejito que inventa los chistes y los siembra por el mundo? ¿En qué cueva se esconde?

¿Por qué Noé puso mosquitos en el arca?

San Francisco de Asís, ¿amaba también a los mosquitos?

Las estatuas que faltan, ¿son tantas como las estatuas que sobran?

Si la tecnología de la comunicación está cada vez más desarrollada, ¿por qué la gente está cada vez más incomunicada?

¿Por qué a los expertos en comunicación no los entiende ni Dios?

¿Por qué los libros de educación sexual te dejan sin ganas de hacer el amor por varios años?

En las guerras, ¿quién vende las armas?

A la buena de Dios

A fines del 93, asistí a los funerales de una linda escuela-taller, que había funcionado durante tres años, en Santiago de Chile. Los alumnos de la escuela venían de los suburbios más pobres de la ciudad. Eran muchachos condenados a ser delincuentes, mendigos o putas. La escuela les enseñaba oficios, herrería, carpintería, jardinería, y sobre todo les enseñaba a quererse y a querer lo que hacían. Por primera vez escuchaban decir que ellos valían la pena, y que valía la pena hacer lo que estaban aprendiendo a hacer. La escuela dependía de la financiación extranjera. Cuando se acabó la plata, los maestros recurrieron al estado. Fueron al ministerio, y nada. Fueron a la alcaldía, y el alcalde aconsejó:

-Conviértanse en empresa.

Eduardo Galeano. Uruguay, 1940-2015.

Uno de los más destacados escritores de la literatura latinoamericana

Eduardo Galeano. Uruguay, 1940-2015.

Uno de los más destacados escritores de la literatura latinoamericana

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