Sábado 21 de noviembre de 2015
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Seguramente existen buenas experiencias en la protección de los derechos del niño. Sin embargo, es urgente visibilizarlos.
Edgar, un niño de 12 años, fue elegido por su comunidad como representante del Comité de Protección Infantil, y un grupo de adultos, entre ellas madres de familia, lo apoyan y trabajan conjuntamente para prevenir la violencia a la infancia y denunciar casos de desprotección. Edgar, sin duda, se perfila como un potencial líder en su vida adulta.
Observar a Edgar y un equipo de adultos sensibilizando, interviniendo y luchando por sus derechos, nos guía a una autorreflexión para comprender cuánto avanzamos en casi 26 años de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) y que involucra a 159 Estados, donde Bolivia está adscrita desde el 8 de marzo de 1990.
La particular historia de Edgar en un Comité de Protección Infantil en su comunidad es un escaparate de nuevas preguntas. Sabemos que los gobiernos, comunidades, familias, el propio sistema educativo, investigadores, profesionales, medios de comunicación, etc. tenemos obligaciones y responsabilidades para garantizar el cumplimiento de esta norma. ¿Hasta qué punto, sea cual sea el rol que asumimos, intervenimos comprometidamente protegiendo los derechos de la infancia? ¿Qué desafíos asumimos desde nuestra actual situación?