Distraer para obviar los problemas fundamentales del país
21 nov 2015
Adhemar Ávalos Ortiz
El presidente del Senado, José Alberto "Gringo" Gonzales, se manifestó con respecto a los alcohólicos empedernidos y a los que no lo son tanto, pronunciándose por prohibir el consumo del líquido etílico en una suerte de "ley seca", sin considerar las connotaciones sociales de las personas afectadas. Es una posición respetable, pero errada en su concepción, importancia y oportunidad. El parlamentario piensa, lamentablemente, que prohibiendo un producto de amplio consumo se acaba el asunto, cuando existen dos evidencias históricas, en Estados Unidos y la Unión Soviética, las que hablan claramente de un error trágico: el asumir que los alcohólicos empedernidos son criminales destinados a ser reprimidos, sin trasuntar que su problema es grave; y los otros deberían ser frenados en sus hábitos de "viernes" o cualesquier día de la semana. Los alcohólicos consuetudinarios no beben por malos. Los otros lo hacen por alejarse de las tensiones de la vida diaria. Ambos son víctimas de la sociedad y no culpables.
Es necesario separar las dos variedades del tema. Este mal para un grupo muy pequeño de la sociedad es una enfermedad que consiste en padecer una fuerte necesidad de ingerir alcohol etílico, de forma que existe una dependencia física del mismo, manifestada a través de determinados síntomas de abstinencia cuando no es posible su ingesta. El alcohólico no tiene control sobre los límites de su consumo, y suele ir elevando a lo largo del tiempo su grado de tolerancia al alcohol.
En otros casos simplemente se trata de acompañar acontecimientos sociales con su ingesta. Ahora, pretender que el alto grado de criminalidad se debe exclusivamente a esta bebida y a su consumo es temerario. La delincuencia existe por otros factores ya explicados muy profusamente. Ahora, que alguien mate o cause daño por estar bajo el efecto de este líquido, lo puede hacer, pero por causas ajenas al tema, quizás no manifiestas pero evidentes y reprimidas. De sano también lo hace y en la mayoría de las ocasiones. No se puede olvidar el maltrato psicológico de mujeres y hombres que recrea asesinos.
Lo que se quiere criticar es que cierta persona política desea consolidarse a partir de destruir a seres que no pueden defenderse por sus carencias biológicas y, más que nada, genéticas. Sus argumentos son frágiles.
En los Estados Unidos pasó algo grave hace más de cien años: con su "ley seca" la mafia de Al Capone y sus esbirros se dedicaron a la producción y al contrabando de licores, hecho que se constituyó en un proceso que degeneró un país por muchos años. Y en la Unión Soviética de Gorbachov se definió una prohibición del consumo de "vodka" que hizo crecer la corrupción a niveles inauditos. El dueño de un equipo de fútbol, del Chelsea de Gran Bretaña, sabe de esta perversión que de la noche a la mañana le hizo millonario.
Y el MAS sigue recreando monstruos como el tema de la sal común. Un funcionario recién posesionado, Guillermo Mendoza, dijo que este insumo era dañino sin demostrarlo. Lo peor fue que se atrevió a plantear su no consumo. Una posición muy apartada de la lucidez necesaria en un operador político de su trascendencia. ?l debería no pretender normar. Lo que pasa es que, a la falta de ideas de resolución de problemas urgentes se responde con soluciones mediáticas y poco consistentes. Así, nos convertiremos en herbívoros, volviendo a los primates de hace 3-6 millones de años. O llevaremos un frasquito de sal en nuestras manos.
En realidad, en Bolivia, sin disminuir los efectos nocivos del consumo excesivo, como de muchos otros, de los dos productos antes citados, existen problemas más álgidos, por ejemplo la falta de empleo formal y sostenible, cuya carencia recrea nítidamente casi todos los males de la sociedad en la que vivimos.
Y no es necesario hablar de muchas situaciones que se omiten deliberadamente: bocinazos indiscriminados, basura tirada en todas partes, petardos en toda ocasión y, lo peor, incultura generalizada. De todo esto surge una recomendación: tratemos todos los problemas, pero principalmente aquellos que más afectan a la gente de a pie. El Presidente del Senado haría mejor priorizando lo fundamental, al igual que sus compañeros.
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