Jueves 19 de noviembre de 2015
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Una tarea difÃcil para un juez diligente, probo, previsor y justo, consiste en determinar lo que está aún por suceder. Como los humanos no pueden ver el futuro, por lo menos, a lo sumo se podrá labrar un pronóstico, con el auxilio de saber experimental o, más claro, disponiendo muy circunspectamente de los medios de cognición disponibles, entendidos como los conocimientos, efectos y acciones de conocer un asunto y resolverlo. En este aspecto pueden realizarse cálculos fiables acorde a las expectativas de vida, de la economÃa y de la propia superación humana o ambiciones de progreso de la persona y, estas constataciones, inclinan al juez a obtener resultados más seguros. Si bien son presunciones están avaladas con fundamentos creÃbles, evolutivos y cÃclicos.
Por ejemplo, si un joven carnicero que atiende a una, cada vez mayor clientela, y realiza allà todas las tareas de incumbencia con la carne, a raÃz de un lesión grave que le inflige dolosamente el sujeto X, pierde el brazo derecho; corresponde ahora dentro del ámbito de la reparación civil aclarar las consecuencias de dicha invalidez parcial y, es seguro, que ese entusiasta carnicero ya no podrá desempeñar su actividad como antes.