Nada de lo que pretenda ser impuesto logra éxito. Las amenazas y la soberbia siempre y en todas circunstancias han conseguido sólo el rechazo de las personas, por su naturaleza más compatible con la libertad de pensamiento y de acción.
Quién sabe si muchos de quienes acudieron a las urnas el pasado domingo, tenían la mejor intención por emitir su voto a favor del instrumento político oficialista; pero, no fue así porque de alguna manera influyeron las palabras del Presidente, quien actuando como jefe de campaña de los candidatos del MAS, lanzó amenazas directas como el de no otorgar recursos del Tesoro General, a las regiones donde gane la oposición. Y eso, seguramente volvió a la realidad a muchos ciudadanos y les abrió los ojos ante esas manifestaciones que van más al lado del totalitarismo, que de la democracia.
Los bolivianos hemos vivido muchos años de totalitarismo y de dictaduras. Se ha luchado contra ellas en todas las formas, ya sea con las ideas o en sangrientas jornadas callejeras; porque, es natural que esas formas de gobierno estén en contra de la naturaleza misma del hombre. Entonces, la idea de la instauración de otro tipo de totalitarismos o de dictaduras, con frases o poses que den a entender que a eso se pretende volver, es rechazada consciente y hasta inconscientemente.
Costó muchos ríos de sangre la conquista de la democracia, pese a que muchos no se inmutaron en cruzarlos, sólo por conseguir prebendas políticas personales o grupales. Y eso, está grabado en la retina o en el recuerdo de muchos, muchísimos bolivianos, que no desean ver reeditados esos días aciagos que vivió nuestra patria.
Los políticos, o los que pretenden hacer política, debieran cuidar su lenguaje y sus emociones que muestren intenciones de volver a un pasado nefasto. Porque las dictaduras, sean cuales fueren, o vengan de donde vengan, no dejan de ser tales.
La soberbia, la intolerancia, el desconocimiento del ordenamiento jurídico, o la judicialización de la política, son acciones que esta vez han tenido sus reacciones traducidas en el voto. Perdió la soberbia que parece haber sido rechazada en muchas regiones de nuestra patria. Las muestras más significativas se dieron en la alcaldía de La Paz, en Achacachi, en Oruro y en varias alcaldías aymaras del área rural paceña, otrora bastiones importantes del oficialismo. El haber ganado algunos concejales en relación a otras votaciones, no es una explicación válida para pretender mostrar una realidad: el MAS perdió por el discurso confrontador y amenazante con alta carga de soberbia, de quien hizo como jefe de campaña de los candidatos oficialista; cualquier otra lectura que se pretenda dar a los resultados electorales, sólo son justificaciones a un importante retroceso de la popularidad oficialista.
Por lo menos…esa es mi opinión.
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