Con los resultados de la última consulta popular puede comenzar en Oruro una historia nueva con características muy peculiares por las condiciones en que se deben dar los cambios que todos esperan y que provienen de una etapa autonomista que ojalá sea regionalmente consensuada por las fuerzas cívicas, laborales, empresariales y en realidad institucionales de todo nivel que buscan el progreso de nuestro departamento.
Más allá del componente político, extremadamente forzado en el último tiempo por los procesos electorales, la situación del departamento se ha mantenido con marcada demora en la ejecución de sus principales proyectos lo que nos sitúa en el contexto nacional entre los distritos de menor desarrollo, pese a que se quiera demostrar lo contrario con ciertas obras de maquillaje más que de soluciones concretas a los problemas vigentes.
Las obras municipales son un reflejo del interés de mostrar justamente una ciudad de más colores y gradas, de algunas avenidas necesarias y parques en el centro urbano, pero no se cumplió el objetivo de tener una ciudad habitable y más confortable en toda su extensión y especialmente en los sectores marginales donde falta saneamiento básico, la carencia de alcantarillado es de alto porcentaje, falta agua potable, luz y el estado de las calles alejadas de la periferie es simplemente desastroso.
Otras obras inconclusas son las que encaró la prefectura, avenidas que no han sido terminadas, un distribuidor por el que se pagó un adelanto y la obra ni siquiera comenzó, los proyectos importantes que se arrastran de gestiones pasadas siguen en un largo e irregular proceso de ejecución completamente retrasado, mientras algunas autoridades extreman recursos para demostrar una correcta administración que lamentablemente no se da.
A partir de la decisión del “soberano” que una vez más activó su decisión de manera democrática y en las urnas, hay quienes dicen que puede comenzar otra historia para Oruro, esa que nos permita tener autoridades con mística de servicio y no comprometida con sectarios intereses. Necesitamos orureños que pongan todo su esfuerzo, empeño y capacidad para recuperar la imagen y el auge que en sus mejores tiempos mostró a Oruro como la ciudad progresista y el departamento más importante por su ascendencia económica.
La nueva historia de Oruro puede comenzar a escribirse a partir del despojo de dogmas e intereses político partidarios de nuestras autoridades y su decisión de trabajar al unísono por un departamento en constante progreso y por una ciudad sin marginados, ni privilegiados.
La fórmula del acuerdo y el sentido de trabajo debe comenzar en este nuevo periodo desde las bases hacia arriba, es decir de los barrios marginales y las comunidades postergadas hacia el centro de la ciudad y las poblaciones intermedias de manera que se cumpla el derecho de beneficio colectivo allí donde está la mayoría postergada de nuestra comunidad. Gobernador y Alcaldesa deben unir esfuerzos para trabajar por el desarrollo de Oruro.
Fuente: LA PATRIA
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