Cuando se mencionan algunos costos de obras comunales u otras que se consignan directamente como públicas y en ambos casos se paga con los dineros del pueblo, la primera duda es aquella que se relaciona con la calidad de la obra y la garantía de su futura utilización, ya que de esos dos factores dependerá el reconocimiento ciudadano por un buen proyecto o una dura censura por su fracaso, en todo caso el gasto será hecho y si todo sale bien, no correrán trámites de sanción, si se incumplen normas y se entregan trabajos de dudosa calidad, recuperar la inversión sería lo más lógico, sin embargo es algo que casi nunca se cumple, por lo mismo quien pierde, es el pueblo.
En nuestras ciudades más progresistas se impulsan proyectos de urbanismo para mejorar la circulación vehicular y la seguridad peatonal. Una solución resultaron los puentes y su construcción ha mostrado adelantos tecnológicos de gran valía como para garantizar su uso por mucho tiempo, ejemplo de La Paz. Pero también se han construido puentes de dudosa calidad y como el caso de Cochabamba, casi por colapsar, de ahí que lo que parece meramente elemental y se refiere al control de calidad y seguimiento de celosa fiscalización técnica, se convierte en el factor de mayor preponderancia para el éxito de algunos proyectos.
En nuestro medio algunas obras de menor magnitud que los puentes de nuestra referencia resultaron efectivas, por ejemplo la construcción en la intersección de las avenidas 6 de Octubre y Villarroel, no así un trabajo más amplio como el distribuidor inconcluso de la Avenida de Circunvalación y la Doble Vía a Vinto que precisamente en estos días es objeto de una refacción de magnitud en buena parte de su estructura, la misma que seguirá inconclusa porque no se resuelve el problema de utilización de un predio particular para uso de beneficio público.
Varias cuadras del entorno en la Terminal de Buses han sido asfaltadas y re asfaltadas, con el mismo resultado, desaparición del material de rodadura en tiempos relativamente cortos de uso, debido a fallas del terreno base, filtración de agua, marcada humedad e inutilización de las calzadas. El costo de esas obras rehechas más de dos veces, las paga el municipio, pero con la plata del pueblo, nadie se hace cargo de la parte dura que se llama pérdida.
A cien metros de la Terminal se trabaja actualmente en otro proyecto de infraestructura de conexión vial para mejorar la circulación de motorizados en un sitio realmente crítico, en el que el tráfico tiene hasta seis líneas de flujo y la mitad para facilitar el movimiento de viandantes. Ya se habló de un replanteo en el plan original y se espera que el ajuste técnico que se haga garantice la calidad de la obra, sin que demore su ejecución.
Otras obras públicas deben merecer vigilancia constante, seguimiento de orden técnico estricto y supervisión profesional adecuada que asegure el cumplimiento de metas establecidas en el proyecto respectivo, algo de esto debe hacerse con los trabajos que se realizan para instalar el teleférico turístico, hay una elevada inversión y también se trata de recursos públicos que son los que deben beneficiar colectivamente a la población.
Lo que generalmente falla es la supervisión de obras, por lo menos eso se aprecia en el resumen de muchos proyectos en los que se descuidó el seguimiento de control, sobre calidad, eficiencia, cumplimiento de cronograma y el buen uso de los recursos públicos, para que el costo de los proyectos no resulten "cargas onerosas" a la economía regional y popular.
Fuente: La Patria
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