Sábado 14 de noviembre de 2015
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El clan de La Campora, olvidó lo único que en política no puede ser olvidado. Es algo más importante aún que los principios políticos o la experiencia en el poder: olvidaron las lecciones de la derrotas. Y eso, en antesala de apelación en segunda instancia al veredicto del elector, es un error que no tiene perdón.
Leo los diarios argentinos y rememoro el pasaje introductorio de "El arte de ganar" (La Crujia, 2010), acerca del costo político que tuvo para Néstor Kirchner en 2009 el depender del ataque como única estrategia y como única manera de entender y hacer política, y me queda claro que, tras una década en el poder, su clan olvidó la derrota frente a Francisco de Narváez; que olvidaron cómo duele perder por hacer las cosas mal.
Un lustro atrás, Jaime Duran Barba, profesor de la The George Washington University y asesor de cabecera de Mauricio Macri, escribió en coautoría con Santiago Nieto, un tratado sobre las campañas políticas en Latinoamérica, que arranca - vaya paradoja - con el estudio de caso de las razones de la "inexplicable" derrota en 2009 del entonces favorito ex presidente Néstor Kirchner, frente al "outsider" Francisco de Narváez, en la disputa por una diputación en Buenos Aires, que debía ser el trampolín para el "relanzamiento" de Kirchner.
