Menoscabadores de la fe

Estaba almorzando y pegado a esta pésima costumbre de mirar el celular de rato en rato ya sea para ver el último mensaje del adictivo whatsapp, algo en el Facebook, resulta que me tropecé con una noticia de un periódico extranjero que llamó poderosísimamente mi atención.

Se trataba de un libro obviamente muy viejo, la nota periodística indicaba que se trata de una Biblia con más de 1.500 años de antigüedad y traía consigo datos que harían tambalear los cimientos de la Iglesia Católica.

Por lo general soy tremendamente reticente a dejarme influenciar por títulos alarmistas, pero no se por qué me quedé con éste, quizás me ganó el morbo y me dispuse a leerlo y me almorcé la nota entera.

No pierde mucho si no la lee completa pero le paso los datos de lo más importante dicho en la misma, de manera que se pueda dar cuenta de qué es aquello tan grave que sacudiría a la institución religiosa más poderosa del planeta.

Aun así fuera mi deseo de hacer una propuesta teórica desde el punto de vista de mi fe, la cual la entenderá si continúa leyendo esta columna, trataré de analizar este suceso desde un ángulo imparcial pues lo que trato no es de hallar verdades sino razones para justificar este tipo de apariciones y novedades.

¿Es posible demostrar científicamente la existencia de Dios?, hasta ahora no, como tampoco su relación divina con Jesús, quien si estuvo entre los mortales pero que tampoco es capaz de dejar una prueba irrefutable de su carácter glorioso.

¿Existe el cielo?, ¿o el Infierno?, ¿la Virgen era virgen?, ¿el agua se convirtió en vino?, podemos pasarnos la vida haciéndonos preguntas que estamos incapacitados de demostrar con ciencia pese al esfuerzo de muchos, por una simple razón, son preguntas que pueden ser contestadas simplemente con la razón de la fé, que no es otra cosa que la fuerza personal de asegurar lo imposible de demostrar, pero que nos da la convicción y condición de verdad.

Cualquier persona formada dogmáticamente en la fe como máximo pilar, si ha sido bien educada en las bases de su religión, sabe que su verdad es verdad porque así lo cree y nada más.

Los diferentes dogmas universales van tratando siempre de buscar adeptos y fieles en base a las grandes virtudes de cada una, sin embargo no faltan las que también optan por la vía política de la atracción de feligreses en base a la descalificación de las otras corrientes teológicas.

La forma en que se suelen presentar este tipo de documentos o pruebas o revelaciones es justamente la que opta por demostrar cualquier planteamiento de virtud, mostrando en este caso a Jesús como un impostor, a Judas como un sacrificado y a la historia como una mentira.

Desde ese ángulo no resulta difícil ver el abanico de posibilidades por las cuales se plantean estas teorías y entre todas puede que logren atraer la atención de más de un escéptico y hasta la aceptación de esta conjura.

Sin embargo de qué le puede servir a cualquier iglesia la militancia de un creyente incapaz de sostener su fe ante la arremetida de cualquier teoría carente de bases como cualquier otra propuesta religiosa basada en lo intangible.

Las personas bien formadas en su fe responden a la fuerza proveniente de su deseo de creer, de sentir y saberse dueños de una verdad existente únicamente entre su Dios y ellos. No necesitan más que la formación y solidez brindada por lo general por quienes conciben la existencia divina como la fuerza que mueve al mundo y su contenido.

Cualquier documento, o pseudo, prueba que desee atacar no a una iglesia, sino a la fe de sus adeptos, deberá tratar de contar con la fuerza contundente de la prueba física y tácita para poder adaptar a sus nuevos feligreses. En todo caso la salida de estas personas debería ser más bien festejada por la Iglesia abandonada, pues para qué desea la participación de un feligrés más interesado en la prueba que en la obra del designio divino.

Sólo deseo que quienes caen como yo en la curiosidad de ver este tipo de artículos no hagan otra cosa que darle el valor que amerita, y conservar los valores impregnados seguramente desde la infancia por quienes desarrollaron la fuerza de su fe y que, es ella la que, llegado el momento, les mostrará la piedad y gloria del Creador.

(*) Es paceño, stronguista y liberal