Este domingo recientemente pasado, los conjuntos folklóricos afiliados a la ACFO, verificaron lo que ha venido a denominarse "la entrada del Primer Convite". Podríamos decir, que con dicha costumbre, han iniciado éstos, el tiempo de carnavales.
Hay quienes señalan que el Convite tuvo sus orígenes en aquellas épocas primigenias del hoy "fastuoso" Carnaval de Oruro, cuando los danzarines de los pocos grupos que existían entonces, acudían a las casas de otros para convidarles a tomar parte de su conjunto folklórico, y asimismo, cuando efectuaban la primera peregrinación de la temporada al Santuario de la Reina, a fin de "pedirle permiso" para bailar en su honor durante un trienio.
En el devenir de los tiempos, la hoy "Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad", pasó de ser una humilde "experiencia religiosa", como "expresión característica de la piedad popular, estrechamente vinculada al santuario, de cuya vida constituye un elemento indispensable", a precisamente eso: una Obra Maestra.
Sin embargo, la jerarquización que alcanzó esa humilde violeta mariana no siempre ha conservado los fundamentos devocionales que la impulsaron.
Cuántas veces los obispos latinoamericanos han hablado respecto de la piedad popular. Lo que pasa es, que cuando se aplican pastoralmente los documentos eclesiales, se lo hace de manera muy sesgada y no siempre en forma integral. Por ejemplo, hay quienes subrayan de dichos documentos solamente aquello que tiene que ver con lo social y político.
El genial santo mariano, San Luis de Montfort, hace 350 años, ya nos avisaba de los errores que podemos tener en nuestra devoción a la Virgen María. La primera condena es al error de la convicción que alguien puede tener de que María es el todo, y que si practicamos algunas devociones marianas, estamos salvos. No, Jesús es el modelo y no debemos detenernos en Ella y con Ella, sino acompañarla continuamente al encuentro de Jesús.
Montfort, lo dice con una meridiana claridad. Las condiciones que de una devoción verdadera a la Virgen que nos revela el santo son, que dicha devoción sea:
1) Interior, que proceda de la estimación que tenemos de María. Para muchos la devoción es ofrecer flores o velas, ponerse un rosario al cuello, peregrinar a los santuarios marianos, atravesar de rodillas todo el recinto del templo mariano... Son actos en sí buenos, pero que no revelan devoción, ya que son externos, superficiales, y muchas veces realizados en estado de pecado que aleja a María del falso devoto. ¿Será verdadera, por lo menos sincera, una devoción a la Madre Santísima que sólo, o sobre todo, se preocupe más en ostentación de lujosos y costosos atavíos, hermosos sí, pero no siempre cristianos?
2) Tierna: Una devoción que no sea ni solo sentimiento ni obra exterior, sino que provenga de la necesidad que el alma siente de conectar permanentemente con María, a la que recurre en la duda, en los extravíos, pidiéndole la conversión, en las tentaciones, en las debilidades, en las cruces y contratiempos de la vida.
¿Será verdadera devoción consecuentemente, el afán de figuración o vanidad? ¿Acaso no es una competencia de quién gasta más?
3) Santa: que debe llevar a evitar todo pecado e imperfección, que tanto molestan a María, e imitar las 10 principales virtudes de la Virgen: humildad, fe, obediencia a Dios, oración continua, mortificación universal, pureza, caridad, paciencia, dulzura y sabiduría divina. Si tu devoción a María no te obliga a buscar afanosamente estas virtudes, es que es falsa.
En los últimos años, los "diseñadores" de la "moda folklórica" han modificado ostensiblemente la vestimenta de los danzarines, ¿quién puede negar por ejemplo la impúdica vestimenta de tantas de las participantes? Impudicia, que no se queda sólo en las cortas polleras, sino que también la extienden a nuestras calles quienes han perdido una mínima condición humana de pudor.
4) Constante, no de una temporada más o menos ardiente. Que sea devoción de todas las horas, de todos los días. Que sea una actitud permanente de querer imitarla y honrarla.
5) Desinteresada. Que no vayamos a buscar a María sólo por conseguir ventajas de Ella, gracias a que necesitamos, favores que deseamos alcanzar; en esos casos sería una devoción egoísta, y el alma debe acercarse a María más para honrarla que para aprovecharla.
Aquí los encuentros sabatinos denominados "veladas" deben también purificarse en muchos de los grupos, inspirándose en uno de los conjuntos más antiguos. Las veladas no pueden convertirse en parrandas desenfrenadas según el formato de peñas folklóricas.
La intención de construir un espacio para el espectáculo de los grupos folklóricos, ¿se enmarca en la verdadera devoción a María, o se inscribe en un afán de desarraigar la Peregrinación del Sábado de Carnaval, de la raíz católica que le dio origen? ¿Es devoción, o es circo, para adormecer al pueblo y tenerlo lejos de sus verdaderas necesidades? ¿No será tentar a Dios?
La Iglesia nos señala bien los caminos de una piedad auténtica. En el retrato del falso devoto, debemos mirarnos todos por si creemos que nuestras devociones torcidas son agradables a Dios. No escribió Montfort por capricho, sino por la experiencia que le dio su práctica larga del sacerdocio que le permitió conocer a verdaderos y falsos devotos y protestar contra los últimos e incitarles a que buscasen los caminos de la auténtica devoción a María.
(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total
germán_mazuelo_leyton@yahoo.com
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