Loading...
Invitado


Domingo 08 de noviembre de 2015

Portada Principal
Revista Dominical

Relectura de Carne de cañón ¡Ahora arde Kollitas! De Trifonio Delgado Gonzales

08 nov 2015

Por: Marlene Durán Zuleta - Poeta, escritora, compositora e investigadora de la cultura orureña

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

Un diario es el relato de una vivencia, una narración comprensible, es el persistente episodio, en estas circunstancias, de la contienda bélica. "La Guerra del Chaco" ha dejado una impronta no solamente en los que marcharon a defender el Chaco boliviano, también ha destruido vidas jóvenes, hogares donde han quedado huérfanos, viudas, finalmente en este trance todos perdimos.

Estos escritos hacen ver la realidad de los acontecimientos. Este conflicto bélico fue sin duda de trágicas consecuencias para Bolivia, por la desigualdad de condiciones y a pesar de estas vicisitudes el soldado de vanguardia, ofrendó su vida por la Patria. Precisamente estos documentos deben extenderse a la lectura de jóvenes generaciones para valorar, para rememorar estas letras recapitulando nítidamente esta obra: "Carne de cañón ¡Ahora arde Kollitas!

A tiempo de prologar, la connotada socióloga Silvia Rivera Cusicanqui hace un análisis rotulando preguntas de Trifonio Delgado ¿Qué es Bolivia? ¿Quién es Bolivia? Resalta los escritos de la obra, todo es lapidario porque los kollitas sellaban su pena en una oración, se convertían en fieras, latidos que jadeaban, se esforzaban por no languidecer los guerreros de vanguardia. "Lo que allí se vivió fue una sorda guerra interna entre dos bandos: los q´aras (mestizo-blancoides) que provocaron la guerra y la condujeron al desastre y una mayoría de gentes populares, cholos e indios, que sumaron al grueso de las bajas".(1)

Don Trifonio Delgado, en la mira de su hijo Guillermo Delgado, gira, recorre su niñez y juventud. Acude a los episodios del recluta. Hace una síntesis de la consistente reminiscencia. Repudia la desventaja de ese movimiento denominado "militares con grado de la Guerra del Chaco".

El autor otrora político y notable en la lucha del 52, destaca en la reseña cinco breves notas de advertencia. Logra reunir apuntes para esta obra, como combatiente acierta que el hermano se tornó taciturno, describe el infierno terrenal, narra la hazaña que dejó secuela en el signo de su vida, finalmente pide generosidad y extiende gratitud a sus descendientes en la tarde perpetua de sus escritos.

La lectura de Carne de cañón ¡Ahora arde Kollitas! Diario de guerra 1932-1933, narra y rescata episodios asignados junto a otros camaradas como Destacamento 105 dividido en 4 férulas, 4 tiempos de angustia, 6 temblorosas esperanzas donde 6 penas son las que cierran la impotencia de dolor del alma. Es necesario comprender estas jornadas donde la sed, las epidemias cotidianas de paludismo y otras enfermedades eran reales, entonces en el Chaco rondaba la danza infernal, el espectro de la muerte.

Trifonio Delgado recorrió con otros soldados desde Poopó lugar de entrenamiento, pasando por puestos y fortines, caminos como dijera el poeta: camino se hace al andar. Grabó en su memoria la vigilia, el tiempo brumoso, calor sofocante, lluvia ácida y caliente, hambre, sed y justicia. Justicia porque constató niveles de atención y desatención. Lo cierto es que la mayoría eran "Carne de cañón" y lo de "Ahora arde kollitas" era el denominativo de los "crucos". Otrora se solía llamar crucos a los cruceños, hoy se los menciona como "cambas".

Recorrió desde "Mojo, pueblo fronterizo, San Marcos, Quebrada Honda, Copacabana, Escayachi, La Cuesta de Sama, Tarija, Junacas, Narváez, Entre Ríos, Sere Sere, Tacoarandá, Cañadas, Palos Blancos, Villamontes, Pilcomayu, La Capital del Chaco, Cururenda, Ballivían, Conchitas, La Horqueta, Tezén, Chinas: Zona de Guerra, Fortín Platanillos, Línea de Fuego, Jayucubás, Corrales, Fortín Loa, Manchego, Fortín Loa, Fortín Corrales, Nanawa, Puesto Moreno, Fortín Saavedra, Fortín Murguía, Bullo, Fortín Muñoz"(2). Estos territorios han sido mudos testigos de oír detonar todo tipo de armamento. Edificaron en el templo del corazón una alabanza, el oficio de ser soldados provocó una atmósfera de desconcierto por no contar con alimentos y agua, en ocasiones dormían sin haber probado ningún alimento porque los mismos debían traerse de otro lugar, la fatiga pesaba más que llenar el estómago en este instante de angustia.

Trifonio Delgado, pasó por umbrales donde la tensión comenzaba a hundir la esencia de los sentidos, los "jefes" llegado el momento hacían redundar "por la Patria", sí la Patria que no solo eran unos batallones donde se quedaban diezmados en la línea de fuego, si habría sido igual, para todos los que estaban en la vanguardia y la retaguardia, otra habría sido la historia.

La narración de las derrotas y episodios sangrientos, ha valorado la mira transparente del ciudadano boliviano. Mermó la juventud que fue obligada a cumplir su aporte con la vida, emigraron y traspasaron caminos recién abiertos para las ojotas a falta de botas de los soldados memorables.

La lectura de Carne de cañón permite sentir la presencia de estos hombres, denominados también repetes, con pensamiento identificado salvan el honor en esos espacios desérticos donde pasaron avatares, desconciertos que se tradujeron muchas veces en una muerte silenciosa de depresión.

Finalmente Trifonio Delgado Gonzales, fue evacuado porque su salud comenzó a deteriorarse, casi al extremo de no poder caminar. Al llegar a un hospital de Villamontes, constató que los soldados estaban catalogados, es decir los de piel de color y los de rostro blanco. El autor llegó como se encontraba en ese instante con barba, desaliñado y empolvado, indudablemente que todo el territorio en conflicto no era asfaltado, fue trasladado como siempre en uno de los camiones destartalados que contaba el ejército por esas rutas

Allí constató que no tenía derechos, era soldado del estado. Sintió que su presencia no era grata para los galenos ni el personal de bajo rango militar. Recibió ayuda de su compañero de armas, que en esas circunstancias el secretario era Carlos Orozco Mendoza e instruyó al "cuartelero", conducirlo a la sala "Hache". El cuartelero en principio se rehusó señalando que allí iban los enfermos "ilustres". En la visita el galeno con grado militar sentenció reposo más de una semana. Don Trifonio, descubrió que efectivamente a la sala "Hache" se asomaban los "enfermos" a cualquier hora, haciendo música u otro ruido en estado inconveniente. Ello recuerda cuando se refiere a Villamontes que allí existía un espacio grande donde se amontonaban las cartas de aquí y de allá y que miles de estos escritos se quedaron en esas cuatro paredes, afectó psicológicamente a los guerreros de la patria y sus familias, este dato fue corroborado por la escritora orureña Laura de La Rosa Tórrez en una entrevista a Amalia Aliaga en la ciudad de La Paz. Trifonio Delgado señala que "escribe desde donde llega, la cuestión es escribir aunque no reciba respuesta, o la reciba muy tardíamente. No importa".

Fue colaborador del diario "La Mañana", escribió los sucesos como custodio de las hazañas de los instantes vividos, elevando el espíritu de los soldados que en instante generosos "Mario R. Flores" compuso una canción relacionada a la contienda bélica y al amor, falleció en pleno combate.

Después de este vértice, Trifonio Delgado fue evacuado definitivamente a Oruro. Su retorno fue la impronta que marcó para siempre la vivencia de la Guerra posteriormente marchó a Catavi. La contienda bélica eventualmente le causó restricciones en su disciplina cotidiana, que supo lidiar al ser representante de los Beneméritos.

El autor logró coleccionar postales alusivas a la Guerra del Chaco y describir la intervención de varios países ambiciosos, cuyos representantes alentaron el fuego de las armas. Esta obra estremece por el holocausto, alboroto de buitres y sangre derramada.

Unos fragmentos de nuestra Hilda Mundy que sin haber estado en el frente de batalla, escribió:

"Los reyes chicos, criminales de esta patria desgraciada y gemebunda, felices en su glotonería y vicio, mientras el soldado perdido en el fango de la muerte de las trincheras, daba cuanto podía por la patria la miseria flaca de su vida" (3).

"Campanada final pavor� certidumbre de nuestra incapacidad. Lucha esteril, completamente esteril. Visión de desastre que nos acosa. Caos de post-guerra. Ola de tullidos, dementes, locos, paralíticos, que pagaron caro la hora de heroismo para que bolivia triunfara, en aras de una vida nueva. ¡todo un jiron de territorio, empapado en sangre hermana, cuidadosamente envuelto en la fórmula de paz, que pasa a propiedad legal de la codicia vecina con injusticia ruin y fatal!"(4)

Que el tiempo permita nunca más perturbar la paz, y alcance a nuestros descendientes, prime la razón, el diálogo, ascienda la filosofía de saberes y vida, donde los valores y la ética conserven lo puro del conocimiento.

Referencias:

1 DELGADO GONZALES, Trifón. Carne de cañón ¡Ahora arde Kollitas! Editorial Plural 2015 La Paz.

2 Idem

3 MUNDY HILDA, Cosas de Fondo, impresiones de la Guerra del Chaco y otros escritos. Ediciones Huayna Potosí. Impresión Talleres HISBOL 1990 La Paz.

4 Idem

Para tus amigos: