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Domingo 08 de noviembre de 2015

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Cultural El Duende

BARAJA DE TINTA

Dos cartas de José María Arguedas a su hermana Nelly

08 nov 2015

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12 de agosto de 1957(1)

Querida hermana:

Celia(2) se lamentó mucho de no haber tenido la oportunidad de conocerte. Le conté cómo fue nuestro encuentro.(3)

Es admirable cómo los tres, tú y nosotros dos,(4) hemos luchado sin protección y hemos llegado a ser personas honradas y estimadas. Es que nuestro padre tenía sangre generosa y felizmente salimos a él.

Te ruego saludar a Manuel(5) de parte de Celia y de mi parte y decirle que alguna vez estaremos juntos y celebraremos nuestro encuentro como es debido.

Dile a Manuel que cuando venga llame por teléfono porque puede ser que volvamos de Supe el 27 o 28.

A Norma, Anita, Víctor y Abel un fuerte abrazo de sus tíos. Tú y tu esposo reciban todo el cariño de Celia y de tu buen hermano.

José María.

Te mando una foto.

****

Jueves, 3 de octubre de 1969(6)

Querida hermanita, flaquita, Nelly:

No contesté tu carta porque he estado algo fregado. Nos fuimos con Nico y Caro al Callejón [de Huaylas] y de regreso, la bajada desde la puna me causó el efecto depresivo que casi siempre me produce. Felizmente hace dos noches que duermo en casa de Vilma y me va mucho mejor que en el hotel. Además he hecho una firme amistad con el Chiqui; por las mañanas salimos juntos a hacer la plaza y él cuida el carro mientras yo hago las pequeñas compras.

Oye: últimamente has estado demasiada tirada al sentimentalismo por el asunto de tus hijos. Yo sé por experiencia que los consejos y la fuerza de voluntad son casi nulos en estos casos, pero vuelvo a repetirte que estás sufriendo un poco, como yo, por el afán de atormentarse con el resentimiento y la pena. Ten en cuenta esto que te voy a decir Nelly: a los hijos se les educa, se les da todo no por obtener su gratitud sino por instinto, por un impulso puro y natural; si alguno de ellos no corresponde o ni siquiera comprende el mérito de esos sacrificios no debe sorprenderte; así es en la mayoría de los casos. Eso por un lado; por otro, debes comprender que los hijos crecen y maduran, de tal modo, que sentir miedo por lo que pueda ocurrirles como si siguieran necesitando de la protección de los padres es contrario tanto al bienestar de los hijos como de uno mismo. [�] Te ruego reflexionar un poco en estas cosas que te digo. Siento, ya sabes cuánto siento, todo lo que padeciste porque no vivimos juntos, porque nuestro viejo no te dio a ti el amor y el auxilio que nos dio a nosotros, pero en cambio, el infortunio en lugar de hacerte amargada y mala persona, te hizo buenísima hasta convertirte en una especie de madre de tu querido José María que tanto te quiere, en madre bien correspondida de una chica tan mal comprendida como fue Vilma que te admira, te quiere y te agradece más que mil hijas que conozco. No te quejes, pues, tanto de la suerte. Al fin creo que las cosas mejoraron, y yo necesito que estés cada vez más fuerte porque siempre he de necesitar tu cariño y el de tus hijos que felizmente he ganado en buena ley. Yo los quiero mucho y tu casita ha sido y es un sitio donde mi cuerpo y mi alma descansan como en un pedazo de cielo. ¿No es cierto, hermana flacuchenta? Llama a Mildred(7) y dale mis mejores recuerdos.

Te besa, José

Para tus amigos: