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Domingo 08 de noviembre de 2015

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Cultural El Duende

Escuela de filósofos

08 nov 2015

(recopilado por Denise Despeyroux)

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Erich Fromm

� La capacidad de simpatía ha disminuido notablemente en el siglo XX; se ha desvanecido también la capacidad de sufrimiento.

� Como la sociedad en que vivimos se dedica a adquirir propiedades y a obtener ganancias, rara vez vemos una prueba del modo de existencia de ser, y la mayoría considera el modo de tener como el modo más natural de existir, y hasta como el único modo aceptable de vida.

� Durante el noviazgo nadie está seguro todavía de su pareja, pero cada uno trata de conquistar al otro. Ambos son vitales, atractivos, interesantes, y hasta bellos, ya que la vitalidad embellece el rostro. Ninguno tiene al otro; por consiguiente las energías de ambos están dirigidas a ser, es decir, a dar y a estimular al otro.

� El acta matrimonial le da a cada esposo la posesión exclusiva el cuerpo, de los sentimientos y de las atenciones del otro. A ninguno de los dos le hace falta conquistar, porque el amor se ha convertido en algo que se tiene, en una propiedad.

� ¿Es posible tener amor? Si se pudiera, el amor necesitaría ser una cosa, una sustancia susceptible de tenerla y poseerla. La verdad es que no existe una cosa concreta llamada "amor". "El amor" es una abstracción, quizás una diosa o un ser extraño, aunque nadie ha visto a esa diosa. En realidad, sólo existe el acto de amar, que es una actividad productiva. Implica cuidar, conocer, responder, afirmar, gozar de una persona, de un árbol, de una pintura, de una idea. Significa dar vida, aumentar su vitalidad. Es un proceso que se desarrolla y se intensifica a sí mismo. Experimentar amor en el modo de tener implica encerrar, aprisionar o dominar al objeto "amado".

Erich Fromm. Frankfurt, 1900 - Muralto, 1980.

Psicoanalista alemán.

Sigmund Freud

� Estamos progresando. En la Edad Media me habrían quemado y ahora se conforman con quemar mis libros.

� He sido un hombre afortunado en la vida: nada me fue fácil.

� La gran pregunta que nunca ha sido contestada y a la cual todavía no he podido responder, a pesar de mis treinta años de investigación del alma femenina, es: ¿qué quiere una mujer?

� La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas.

� La función capital de la cultura, su verdadera razón de ser, es defendernos contra la naturaleza.

� El primer humano que insultó a su enemigo en vez de tirarle una piedra fue el fundador de la civilización.

� Si dos individuos están siempre de acuerdo en todo, puedo asegurar que uno de los dos piensa por ambos.

� Para mi gran asombro, descubrí un día que no era la concepción médica del sueño, sino la popular, medio arraigada aún en la superstición, la más cercana a la verdad.

Sigmund Freud. Freiberg, 1856 - Londres, 1939. Neurólogo austriaco,

fundador del psicoanálisis.

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