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Domingo 08 de noviembre de 2015

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Cultural El Duende

Mariposa

08 nov 2015

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Nació y vivió en la tierra yungueña.

Los mejores años de su vida fueron los de su adolescencia. Apreció sus verdes montañas, sus ríos transparentes, sus cascadas que se descuelgan acrobáticamente de grandes alturas, las flores hermosas y también la variedad de aves y mariposas.

Llegó el momento en que tuvo que dejar el terruño. Viajó por muchas ciudades que ostentaban adelantos y todas las ventajas del progreso.

Alcanzó lo anhelado y muchos de sus sueños se hicieron realidades. Tenía todo al alcance de sus manos.

Pero cierto día, el hombre comenzó a tornarse taciturno. De su rostro desapareció la sonrisa.

Fue asistido por especialistas y la ciencia médica fue puesta a su servicio. Nada ni nadie pudo curar su repentino mal. Empeoró paulatinamente.

-Tiene un mal extraño -dijo el galeno.

-Algo desconocido para nosotros -corroboró otro.

Fue entonces que el provinciano decidió recurrir a un curandero nativo.

-Estás enfermo de la tierra. La tierra llama -le dijo muy seguro de sí, el médico empírico, añadiendo sentenciosamente mientras dejaba caer algunas hojas de coca sobre un descolorido tejido autóctono-: Tienes que viajar muy pronto a tu pueblo natal.

Así lo hizo. El hombre se despidió de sus familiares y al día siguiente ya estaba disfrutando del clima y del paisaje del subtrópico.

Desde ese día el enfermo dirigía sus pasos hacia los senderos de la verde montaña, ubicado a algunos kilómetros del poblado provincial.

Visitó naranjales, cocales, cafetales, platanales e innumerables jardines naturales. Se refrescó en las tranquilas y mansas aguas de los arroyos. Se alimentó de fruta silvestre.

Su salud mejoró notoriamente, pero no por ello dejó de asistir cotidianamente a la campiña. Todas las mañanas el hombre melancólico se iba al campo. Partía al amanecer, cuando los primeros rayos del sol besaban su rostro y volvía al atardecer, cuando el gran astro se esconde después de haber ofrecido su benevolente calor.

Pero un día no retornó del paseo y los vecinos del pueblo salieron en su busca. Recorrieron todos los lugares donde era visto frecuentemente por los campesinos.

Todo un día duró la búsqueda hasta que la gente decidió suspenderla.

A la siguiente aurora, los vecinos salieron nuevamente. Pero todo fue en vano.

Cuando retornaban entristecidos al poblado, todos observaron el vuelo de una mariposa de hermosísimos colores. A una altura inalcanzable para los lugareños y moviendo ágilmente sus alas, ostentó orgullosa su cromatismo y belleza. Se elevó a grande altura y descendió zigzagueante.

Voló sobre un riachuelo de cristalinas aguas. Abrió totalmente sus alas y dejándose llevar por el suave viento, se alejó del grupo de sorprendidos vecinos. Y mientras el lepidóptero volaba sobre el verde paisaje yungueño, uno de los hombres habló al otro en voz alta:

-Observemos su vuelo, apreciemos su colorido y alegrémonos por su felicidad. Era el hombre que buscábamos� se ha convertido en mariposa.

Jorge Villanueva Suárez.

La Paz, 1944. Dibujante, periodista y caricaturista.

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