Miercoles 04 de noviembre de 2015
ver hoy
Vivimos, como el resto del mundo, y especialmente los países del Cuarto y Tercer Mundo, una situación de crisis económica que hasta para los ricos, es grave y preocupante. Nosotros, en Bolivia, por más ostentación que hagamos de las reservas internacionales o de creer tener una economía sólida, de haber contentado a "buena parte de la población que hoy cuenta con mucho dinero" y otras muchas lindezas que sólo el populismo y la demagogia pueden pregonar por todo el país y el extranjero, vivimos en crisis y hay preocupación en toda la colectividad por lo que pudiese ser el año 2016 en que, con seguridad, habrá acentuación de los problemas.
Hay que convenir, sin embargo, en que toda crisis financiera, así sea con mucho sacrificio, es posible sobrellevar y hasta superarla; pero, para ello se precisa observar conductas austeras, responsables y honestas especialmente con el manejo del dinero público que, en resumidas cuentas, es el que sufraga los gastos que significa hacer obras, concluirlas o iniciarlas.
La austeridad, no sólo en el campo de disponibilidad de dinero sino en la práctica de virtudes y costumbres, es necesaria, urgente; de otro modo, "se desboca el caballo" de las ambiciones, de los gustos que no le cuestan a uno sino al erario nacional; se desvían las buenas intenciones y se hace abstracción de valores y principios porque, se dice, "hay que vivir el momento" aunque, muchas veces, se vive el momento a costa del sacrificio de los demás, y, tratándose del país, a costa de toda la colectividad nacional que ve frustradas sus esperanzas, agravadas sus necesidades y cerradas las perspectivas de solución a graves problemas.