La fiesta litúrgica de hoy se titula: "Conmemoración de todos los fieles difuntos". De todos los fieles difuntos, no dice simplemente difuntos, porque algunos no fueron fieles con Dios, y no se cuentan entre estos que hoy recordamos en la Iglesia.
Ya lo dijo el mismo Cristo: "En verdad, en verdad os digo: El que escucha mi Palabra y crea a Aquel que me envió, tiene vida eterna y no viene a juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida" (Juan 5, 24). Hay difuntos y difuntos.
Aquellos que han escuchado la Palabra de Dios y han sido fieles, habrán pecado pero enseguida se han levantado, habrán ofendido a Dios, pero luego le han pedido perdón, se habrán alejado algún tiempo por sus pecados, de la misericordia divina, pero finalmente han hallado a este Padre bondadoso, éstos son los fieles, porque siquiera a última hora supieron volver al redil del Bien Pastor. ?stos se han salvado y ya se encuentran en el Purgatorio en período de purificación. Una vez purificadas sus almas pasarán a la gloria del Paraíso, pero no serán todos, ahí está la tragedia de la jornada de hoy, no serán todos los que entrarán en el Reino.
En su descripción del Juicio, dice Jesús: "Vosotros no me disteis de comer, no me disteis de beber, cuando estaba hambriento o sediento, no me visitasteis cuando estaba enfermo, no me vestisteis cuando estaba desnudo. Id malditos al fuego eterno" (Cf.: Mateo 25). ?stos sea quien sea, del número de los réprobos ya no podrán jamás tener una pizca siquiera de felicidad.
Para ellos no hay remedio, ni las velas, ni las flores, ni las comidas puestas en su sepulcro, ni las oraciones siquiera sirven, su sentencia es definitiva, y ya Dios los ha apartado como malditos al fuego eterno.
Quizás estén también entre este número, algunas de nuestras almas más queridas, nada podemos hacer por ellas ni otros tampoco.
Pero existen los Fieles Difuntos, aquellos que amaron a Dios, que quisieron cumplir sus mandamientos, y si no los cumplieron, hicieron penitencia y confesaron sus faltas, aquellos que vivieron pensando en el Reino y acumulando tesoros para la eternidad. Fueron fieles, a pesar de sus desgracias y debilidades, fueron fieles porque mantuvieron la fe de Cristo y en el último momento al alma, la hallaron purificada sus jueces.
"Dios es amor. Pero también es justicia lo mismo que amor. El Arzobispo Fulton Sheen escribió una vez que la justicia divina debe intervenir en la historia en algún punto, porque no permitirá al mal que siga devorando almas por siempre. Por tanto, debemos entender que la justicia de Dios es finalmente misericordia" (El dogma y el triunfo, Mark I. Miravalle).
"En todo pecado hay una culpa que hace caer sobre el pecador dos penas: una pena ontológica, es decir, una consecuencia dejada por el pecado como huella negativa en el alma y el cuerpo del pecador, y una pena jurídica, por la que por justicia se hace acreedor a un castigo. Los hombres, en efecto, al pecar contraemos muchas culpas, y atraemos sobre nosotros muchas penas" (Introducción al Tratado del Purgatorio, Santa Catalina de Génova, Fundación Gratis Date).
Esta es la fiesta que celebramos hoy. Y ¿cómo podemos ayudar a estos fieles difuntos para que salgan inmediatamente del lugar de tormentos, de la purificación, llamado Purgatorio?
Podemos ayudarles mucho con la oración. La plegaria llega hasta el Purgatorio y redime a los que están ahí sufriendo para que salgan cuanto antes, sobre todo el Sacrificio de la Santa Misa, podemos ayudares, purificando de todo pecado nuestro corazón, que es lo más agradable ante Dios y lo más meritorio para ellos.
Podemos ayudarles sobre todo, practicando la caridad con los más pobres y marginados, podemos ayudarles de esta manera, todo lo demás es totalmente superficial. Es una cosa humana, terrena, que no se ha de condenar: flores, visita a los cementerios, velas, regalos que se colocan en la tumba, todo esto es muy lindo, pero para ellos no sirve, porque no es nada espiritual, y el único contacto que podemos tener con ellos es el contacto espiritual. Por eso podemos purificar el día de hoy nuestras almas, para que esta purificación sirva también de mayor purificación a las almas, y salgan cuanto antes de aquellos tormentos.
Debemos rezar de verdad, porque Dios se compadece del sufrimiento de estos hijos suyos, y los quiere llevar cuanto antes a la gloria.
No confundamos lo espiritual, lo sobrenatural, lo íntimo del alma, con todas estas tradiciones que son buenas, pero que de nada sirven en provecho de las almas.
Oremos, sacrifiquémonos, practiquemos la caridad, purifiquemos nuestra alma, y puede ser que estas obras buenas, abran las puertas del Purgatorio inmediatamente a nuestros amados difuntos, y ellos puedan inmediatamente también ingresar en la gloria y en la felicidad eternas.
(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total
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