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Domingo 01 de noviembre de 2015

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Domingo 01 de noviembre de 2015
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Huellas y recuerdos...Oruro hoy y siempre
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Oruro: Calles que inspiran amor
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Así nació la encantadora ciudad de Oruro
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La calle "Sucre" elegida por la colonia alemana
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Insurrección del 10 de Febrero se rememora en la calle "Rodríguez"
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"Velasco Galvarrro" referente de los ricos jugos de fruta
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Potosí presente en el centro de la ciudad de Oruro
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"Pagador" calle céntrica que sirve de referencia para conocer Oruro
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De la calle de Los Tambos a la populosa "6 de Octubre"
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"La Plata": Calle que mantiene su nominación desde la época colonial
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Calle Washington recuerda al presidente de Estados Unidos
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A "Petot" se le agradece el abastecimiento de agua
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Hay calles que reflejan la historia y geografía
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El Código Murúa
El Código Murúa Inédita noticia de la "Villa Rica de Hururo y de su descubrimiento"
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El ayer y hoy de la plaza 10 de Febrero
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Gráfica de antaño
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Dos vistas en diferentes tiempos del actual edificio de la Carrera de Comunicación Social de la UTO, otrora una de las propiedades del "Barón del Estaño", Simón Iturri Patiño
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Separata Fundación de Oruro

El Código Murúa

El Código Murúa Inédita noticia de la "Villa Rica de Hururo y de su descubrimiento"

01 nov 2015

Fuente: La Patria

Por: Miguel Salas Aguilar, miembro de la Sociedad de Historia y Geografía de Oruro

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Por: Miguel Salas Aguilar, miembro de la Sociedad

de Historia y Geografía de Oruro

Aparte de la conocida Acta de fundación de la Villa de San Felipe de Austria, rubricada por el fundador don Manuel de Castro y Padilla, el año de 1606, no se conocía otro documento hasta el día de hoy, que hable del primigenio origen de nuestra población.

Los apuntes del llamado "Código Murúa", son valiosos, pues aportan datos nuevos y nunca antes publicados en nuestra historia local, al ofrecer nuevas luces de sus primeros pobladores, razones fundacionales y un nuevo aporte al posible toponímico de Oruro, pues, en este antiquísimo documento, se la escribe "Hururu".

Indudablemente, el documento dará muchas interpretaciones y luces a los investigadores.

Son dos manuscritos de la obra del mercedario fray Martín de Murúa: el "Poyanne" y el "Wellington". El primero está titulado como "Historia del origen y genealogía real de los Reyes Incas del Perú" fechado en 1590, contiene 113 ilustraciones y se halla en la colección privada de Sean Galvin en Irlanda; el segundo, está titulado como "Historia General del Perú" fechado en 1613, de posterior producción, tiene 37 ilustraciones y se encuentra en el departamento de Manuscritos de J. Paul Getty Museun de Los Ángeles.

Son 113 dibujos que posee el primer inédito manuscrito, los que fueron publicados en 1985, en una costosa y limitada edición de lujo, las que pueden ser vistas en la "Latin American Collection" de la Universidad de Yale, y de los que se toma la siguiente investigación.

Obviamente el manuscrito es extenso, está dividido en cuatro partes: los dos primeros referidos a los reyes incas, sus coyas y capitanes del imperio, y los otros dos restantes a los aspectos de la vida social y religiosas, describiendo a las ciudades y villas importantes del reino. Lo sorprendente del manuscrito, es que fue ilustrado por otro cronista, Guamán Poma de Ayala, se trata de una obra producida entre un europeo y un artista indígena del siglo XVI.

Nunca antes, fue publicado en las páginas de nuestra historia, y hoy, se la presenta como fresco dato para el estudio de nuestro aún desconocido pasado; que apasiona, y al decir del cronista, fue de tanta importancia, que "?sus minas que compitieron con Potosí y para haber tan poco tiempo que se fundó, es cosa admirable la población y gente que hay en ella".

"DE LA VILLA RICA

DE HURURO Y DE

SU DESCUBRIMIENTO"

"Este asiento y villa de Hururo, es otro nuevo Potosí, así en grandeza de edificios, gente y bastimentos, como de riqueza, donde en tiempo del Virrey Toledo, se labró una mina de fundición llamada San Miguel, aunque después se despobló, solo quedaron allí en las fundiciones, y labrando estas minas, Sebastián Márquez y su yerno Diego de Alemán, hasta el año de mil seiscientos tres".

"Francisco, Diego y Juan de Medrano, hermanos que residían en las minas de Sica Sica, fueron a aquel asiento de San Miguel de Hururo, que así se llama, a catear los cerros que son siete, asidos unos con otros que hacen una isla. Por noticias que tenían de que había en aquellos cerros minas antiguas, labradas por los indios, en tiempo del Inca, y así descubrieron, grandes montes y tierras que por azogue se beneficiaba, y asimismo, descubrieron muchas vetas tapadas a manos de los indios, que destapándolas, se hallaron pozos a sesenta estados y a menos, llenos de tierras ricas con que las tapaban".

"Y así, publicaron estas riquezas. Era en esta razón corregidor de aquella provincia de Paria don Polo Ondegardo y, dentro de un mes, le sucedió el contador Francisco Roco de Villagutiérrez y, como se fue publicando ésta riqueza, aunque no la creían, acudieron a ella hasta diez y seis hombres, como fueron Francisco Marmolejo, Julián de la Carrera, Francisco de Tordesillas, Andrés de Cañizares, Luis Sánchez Bejarano, Gerónimo Galeaso, Francisco de Sepúlveda y otros mineros, todos de Potosí".

"En este tiempo gobernaba don Luis de Velazco estos Reinos, y a poco tiempo vino el conde de Monterrey. Habían yendo toda esta gente limpiando la mina de Pie de Gallo y la de San Cristóbal, en que se halló metal muy rico, y con esta riqueza se avisó al virrey, conde de Monterrey, y escribió una carta a todos los mineros que no desamparasen aquellas minas, que él les haría merced en nombre de su majestad, y que viendo estaba una visita que había hecho el capitán Gonzalo de Paredes Hinojosa por orden del presidente Maldonado".

"Murió de a pocos días este virrey, y así la audiencia de la ciudad de Chuquisaca tomó el gobierno de su audiencia, y, entre las cosas que ordenó, mando a don Manuel de Castro y Padilla, oidor, que fuese a Hururo y visitase aquellas minas y que, siendo tales como se decía, las poblase, y así bajo a Hururo, por agosto de mil y seiscientos y seis, y habiendo hecho visita de las minas y ensayes de los metales, y estando satisfecho de su riqueza, pobló aquel asiento y repartió solares y alzó horca y cuchillo, en nombre de su majestad, e hizo cabildo y regimiento de dos alcaldes de la hermandad, porque ya en ésta ciudad, en aquella razón, había más de doscientas casas, y en ella más de seiscientos hombres casados y solteros".

"También había religiosos de todas las órdenes y padres de la Compañía de Jesús, y así les dio cuadras y solares, donde hoy hay grandes conventos, y una iglesia mayor y vicario con seis clérigos y más de dos mil españoles y gran suma y multitud de indios y muchas parroquias, y hay oficiales reales, y el día que don Manuel, hizo este Cabildo y pobló esta villa, le puso por nombre San Felipe de Austria, que fue día de Todos los Santos, primero de noviembre del año de mil y seiscientos y seis".

"Es tierra fría, aunque saludable, y han ido en tanto crecimiento sus minas que compitieron con Potosí y para haber tan poco tiempo que se fundó, es cosa admirable la población y gente que hay en ella".

ANÁLISIS Y

ESTUDIO DEL C?DIGO

Sobre el nombre. Primero, llama la atención, que se escriba "Hururo", con "H"; puesto que actualmente, se la escribe sin "H".

Hoy la "H", se la escribe pero no se la pronuncia, pues es letra muda. Pero, hasta el siglo XVI, en la lengua castellana antigua, se la pronunciaba como una leve "J".

Pero, si leeríamos como hace más de cuatro siglos, en éste manuscrito, pronunciaríamos "Jururo", con "H" transformada en leve "J".

¿Y que era Jururo?, pues la toponimia, que es la disciplina que estudia los nombres propios del lugar y su significado, nos otorga la respuesta.

El sacerdote jesuita Ludovico Bertonio, en su obra escrita el año de 1612, titulada "Vocabulario de la Lengua Aymara", confirma y es más, asienta que nuestro poblado se llamaba "JURU-JURU". Revisemos sus escritos: "Jururu. (Dice el cronista), significa entreverado de blanco y pardo".

Mientras que "Jurujuru: es, un pueblo así llamado y nuevamente poblado junto a las Sepulturas, donde en este tiempo hay grandes minas de plata".

"Jururu", no significaría más que "tierra gris" específicamente en relación al color mismo de la tierra altiplánica. Y es en este poblado, aymara, cercano al poblado de "Sepulturas" donde se encontraron las riquezas mineras y dieron fundación oficial en 1606.

Así confirmamos que nuestro denominativo de Oruro, no proviene del parentesco "Uru", como afirma Adolfo Mier, al decir que "probablemente deriva de Uru - Uru, que significaría Luz, más Luz", en su obra escrita recién en 1906, pues, como comprobamos, nace completamente de la lengua aymara, como prueban Murúa y Bertolio.

Los Urus, no fueron pues los que dieron nombre a nuestro pueblo, ellos, estaban relegados a sus lagunas como el pueblo más primitivo de entonces, que no practicaba la agricultura, la crianza de animales, menos el laboreo de minerales y su beneficio minero.

La antigüedad del asiento minero. Parece que "Hururu" o "Jururu", ya se lo conocía desde el año 1570, casi cuatro décadas, antes de ser fundada, allí la villa de "San Felipe de Austria", pues Murúa, nos confirma que "?en tiempo del Virrey Toledo, se labró una mina de fundición llamada San Miguel, aunque después se despobló, solo quedaron allí en las fundiciones, y labrando estas minas, Sebastián Márquez y su yerno Diego de Alemán, hasta el año de mil seiscientos tres".

El virrey Toledo, realizó la famosa "visita al Virreinato del Perú", el octubre de 1570 hasta el año 1575, acompañado de su secretario Álvaro Ruiz y de los hombres más sabios y conocedores del medio, entre los que se encontraban el cosmógrafo el historiador Pedro Sarmiento de Gamboa y el naturalista Tomás Vásquez. Más adelante se les uniría el licenciado Juan Polo de Ondegardo, el insigne Juan de Matienzo y el religioso cronista José de Acosta.

En los cinco años que duró esta visita de inspección, el virrey Álvarez de Toledo realizó un extraordinario recorrido de unos ocho mil km, el cual se dividió en dos etapas: en la primera el itinerario fue el siguiente: Lima - Huarochirí - Jauja - Huamangay Cuzco. En el Cuzco permaneció dos años para luego continuar la visita en una segunda etapa, con dirección a la Provincia de Charcas, siendo el itinerario seguido el siguiente: Checacupe - Chucuito - Juli - La Paz - Hururo - Potosí - La Plata. Luego de una desafortunada expedición contra los chiriguanos del sureste de Charcas, retornó a Lima, vía Arequipa y el mar. Lógicamente pasó por el rico mineral de "Hururo", y estableció la mina y fundición de "San Miguel". Es importante recoger los nombres de Sebastián Márquez y Diego de Alemán, este último también testigo fundador de la ciudad de La Paz (1548); como primeros habitantes de las minas de "Hururo".

Claro que ya eran conocidas muy antiguamente, pues "en aquellos cerros minas antiguas, labradas por los indios, en tiempo del Inca, y así descubrieron, grandes montes y tierras que por azogue se beneficiaba, y asimismo, descubrieron muchas vetas tapadas a manos de los indios, que destapándolas, se hallaron pozos a sesenta estados y a menos, llenos de tierras ricas con que las tapaban";

Los fundadores. Existen importantes coincidencias de personajes descritos en el "Código Murúa", y el "Acta de fundación de la villa", así se nombran a los hermanos Medrano, "Francisco, Diego y Juan"; quienes llegados desde las minas de Sica Sica, trabajaron la rica plata del cerro "Pie de Gallo" y "San Cristóbal",

Con seguridad que el Virrey Toledo visitó las labores mineras de "Hururo", pues don Polo Ondegardo, era corregidor de la Provincia Paria, y éste acompaño en toda su visita al ilustre administrador. Coinciden en nombrarse, el nombre del contador Francisco Roco de la Villagutiérrez, más la información de que acudieron dieciséis españoles mineros de Potosí, los que son los primeros habitantes hispanos; fuera de los primeros que fueron "Sebastián Márquez y su yerno Diego de Alemán, hasta el año de mil seiscientos tres".

La oculta riqueza minera de "Hururo" o "Juru Juru"; ya era conocido antes de ser fundada la villa, por unos cuantos afortunados, que echaron mano a sus abundantes riquezas, sin control de ninguna autoridad, exenta de la contribución de impuestos a la Corona.

LA FUNDACI?N

Manuel de Castro y Padilla, como oidor de La Plata, fue encomendado a verificar la riqueza del asiento minero. Llegado al poblado comprobó la riqueza de sus cerros y su gran importancia "porque ya en ésta ciudad, en aquella razón, había más de doscientas casas, y en ella más de seiscientos hombres casados y solteros."

Era necesario formalizar la fundación, pues se vivía sin orden de las leyes, sin autoridades civiles, militares y religiosas; y el mayor daño a la Corona de España, era que desde hace décadas ya, que se la explotaba sin la contribución de diversos impuestos como ser el "impuesto indígena", que debía ser realizada los encomenderos y corregidores, así como el "diezmo" que era un impuesto a la iglesia, de la que la corona, tomaba una parte; la "alcabala", como impuesto a la compra y venta, y el "almojarifazgo", que era el derecho de cobrar sobre las mercaderías importadas desde España.

Los cargos públicos eran comprados, por ello se hablaba de venta de empleos u "oficios". En mérito a este sistema, las autoridades que habían pagado por su cargo se daban formas para sacar de éste la mayor cantidad posible de dinero.

Por todas estas razones, a España, le importaba que pagase los impuestos necesarios y de ley a la Corona, por lo que era necesaria la fundación, con implantación de autoridades y como señal, se alzó "horca y cuchillo", como señal de sometimiento.

LOS NOMBRES

DEL POBLADO

Se pierde en la noche de los tiempos el origen nativo del poblado "Juru Juru" que ya eran "labradas por los indios, en tiempo del Inca"; que fue aymara, lo era sin duda. Pues, la población está descrita por el cronista Ludovico Bertonio, y mucho antes por Murúa (1595). Los españoles inicialmente lo llamaron "Jururo", pero lo escribían "Hururo", como nombre descriptivo del poblado nativo primitivo, por las razones que ya explicamos.

En la visita del virrey Toledo, se formalizó como "San Miguel de Hururo".

El año 1606, don Manuel de Castro y Padilla, por razones que se desconoce, le oficializó el nombre de "San Felipe de Austria", el primer de noviembre, día de "Todos los Santos".

Sin embargo, el nombre indígena, quedó en común uso -aunque trasformado-, en los pobladores y así se usó, increíblemente, en las cartas geográficas, documentos oficiales y al final prevaleció al paso de los siglos. Oficialmente, cuando la villa de "San Felipe de Austria", fue más conocida por "Oruro", éste nombre fue oficializado en 1813, cuando la villa, pasó a rango de Ciudad española, y el mismo se mantuvo en la República.

PALABRAS FINALES

Este apreciable documento, es una flor de la historia que hay que admirar. Pues, enriquece el origen de nuestra población hoy con más de cuatro siglos de pasado e historia.

Posiblemente el documento, pueda causar más de un disgusto, pues rompe, los esquemas históricos conocidos y repetidos cada año; que para mí entender están erróneos.

La versión conocida por todos del origen "Uru-uru", de Oruro, fueron expuestos por Adolfo Mier, recién el año 1906 en su libro "Noticia y Proceso de Oruro", y es lamentablemente un apresurado trabajo de suponer el pasado, sin comprobar los hechos, con documentos oficiales, como en este caso, el del nombre de la población.

Existen además documentos cartográficos, que nombran la existencia de dos poblados, el uno llamado "Horuro", y otro llamado "Oruro"; el primero en el Perú y el otro en Charcas; del que se tratará en otra publicación que esclarecerá un poco más, la luz del pasado de nuestra población.

Por ahora, valga este homenaje a nuestra querida tierra minera, de misteriosos socavones, cuya historia es como sus filones de plata, pues son ricos y se pierden en las galerías mineras de su historia, esperando ser explotadas a fuerza de esfuerzo y constancia.

Fuente: La Patria
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