Programas sociales se hacen un hueco para socorrer a más pobres
01 nov 2015
Fuente: Roma, 31 (EFE).-
Por: Belén Delgado
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Con un poco más de dinero en el bolsillo la vida de los menos favorecidos puede cambiar en África, donde poco a poco se han ido extendiendo diferentes tipos de programas de protección social para romper el círculo vicioso de la pobreza y el hambre, según la FAO.
Un reciente informe de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) advierte de que solo un tercio de los más pobres recibe algún tipo de cobertura social, una situación que empeora en regiones como el sur de Asia o África subsahariana, con los índices más altos de extrema pobreza.
El 80% de la población africana no tiene ninguna forma de asistencia social, explica a Efe el director de Protección Social de esa agencia de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Rob Vos, para quien -a pesar del crecimiento económico del continente en los últimos años- la pobreza y otros fenómenos como el cambio climático siguen afectando sobre todo a las zonas rurales.
"Con un poco más de seguridad económica cambia la vida de la gente", que puede comprar más alimentos e invertir en su propio desarrollo económico y en el de su entorno, considera el experto, quien destaca el importante papel que suelen desempeñar las mujeres gestionando esas ayudas.
Los programas sociales varían mucho de unos países a otros: existen desde las transferencias monetarias hasta la distribución de alimentos, pasando por las pensiones sociales para los ancianos o las ayudas para los niños.
Entre los países que se distinguen por sus esfuerzos en ese ámbito, la FAO subraya el caso de Etiopía, donde la tasa de subalimentación bajó del 75% al 35% entre 1992 y 2013.
Desde 2005, el Programa Red de Seguridad Productiva etíope aporta alimentos y dinero en efectivo a las personas en situación de hambre crónica para que sobrevivan en los peores momentos -especialmente en tiempo de sequía- y no tengan que desprenderse de activos como ganado o insumos agrícolas.
Esa iniciativa se enmarca dentro de un programa más amplio para apoyar la agricultura de forma estructurada, asegura Vos, quien señala la capacidad del país para buscar sinergias a nivel político.
Para el profesor de origen eritreo Zeremariam Fre, las redes de apoyo informales también han ayudado a hacer frente a situaciones muy delicadas en el Cuerno de África, marcadas por la inestabilidad política y las sequías.
Aunque ya no hay imágenes en Etiopía como la de la gran hambruna de hace poco más de treinta años, las graves sequías siguen afectando la producción de grano en diversas zonas, cuya población tarda mucho tiempo en recuperarse, sostiene Fre en una conversación telefónica desde el Reino Unido.
En su opinión, los intercambios entre pequeños comerciantes, la emigración del campo a las ciudades o los ingresos de otras actividades, como la construcción de infraestructuras, se están combinando con los sistemas de protección de las familias en ese intento de desarrollar la economía del país.
Sudáfrica, Zambia, Lesoto, Liberia, Malaui, Ghana o Kenia tienen sus propios programas, aunque algunos de estos se han visto interrumpidos.
El impacto en cada uno de ellos "cambia en función del nivel y la regularidad de los beneficios que reciben los hogares", apostilla Vos.
A veces hay problemas de diseño e implementación de los proyectos y, aunque otras veces el problema es presupuestario, el responsable de la FAO no cree que la carga fiscal de este tipo de programas (que puede representar en general entre el 1% y el 2% del PIB) sea demasiado grande en países en expansión económica.
El Banco Mundial coincide en que las redes de protección social son una importante herramienta para el desarrollo de cualquier país, aunque para ello los de más bajos ingresos requieran ayuda externa.
Fuente: Roma, 31 (EFE).-
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