Tan mal andamos en el ámbito deportivo, especialmente en el fútbol, que las dos últimas actuaciones de la selección nos han dejado "bajoneados´´. No obstante hay que indicarle a la población que en otros rubros ganamos y, además, batimos récords. Entonces la comidilla de los últimos días ha girado en torno al récord que estaría imponiendo Don Evo convirtiéndose en el presidente con mayor duración en mandato en el país.
Seguramente no era necesario notar ni enfatizar el récord, que más bien podía pasar medianamente desapercibido, mostrando, así , humildad en el primer mandatario. Pero ocurrió lo contrario y , una vez más, se tuvo que mostrar en Tiwanaku al Presidente como un mesías, un iluminado o elegido, sin cuya presencia en el futuro parece aguardarle a la patria un negro provenir, o acaso el apocalipsis.
LOGRO PERSONAL
Por cierto el Presidente está muy contento de ostentar el nuevo récord, sabiendo ya que entró en la historia como hasta hace unos días lo estuvo el Mariscal Andrés de Santa Cruz; pero no conforme con ello quiere asegurar que el récord sea totalmente imbatible a futuro y para ello ansia la reelección el 2020.
Meses atrás decían los voceros presidenciales que se propondría la reelección por ser un pedido de las multitudinarias organizaciones sociales. Hasta aquí, todo bien, pero ahora su excelencia no duda en expresar su deseo personal, pide ser reelecto y pide (¿ordena?) a las organizaciones sociales aportes voluntarios para apoyar la campaña.
Los logros personales no son malos en sí, en todo caso son legítimos y nos muestran la característica humana de la superación y del orgullo al querer destacarnos entre los demás, por ende Don Evo, humano es.
EL PARTIDO
Entre tanto su excelencia se hace acreedor a records, ¿en qué queda el partido político?, ¿en qué sus dirigentes y sus cuadros?, ¿y en qué quedan parlamentarios y ministros destacados?.
El MAS bien puede permanecer ad infmitum en el poder como lo hace el PRI en México o como lo hacen, en alternancia periódica, los Republicanos y Demócratas en Estados Unidos, pero tiene que hacerlo con la alternabilidad (requisito sine qua non, de la democracia) en los altos mandos al interior del partido, lo que repercutirá, a la vez, en la alternabilidad presidencial para la nación.
OTROS R?CORDS
Hablar de récords es siempre relativo, pues los hay de todo tamaño, color y forma. Así Alfredo Stroessner ostenta el récord paraguayo con 35 años de dictadura impuesta al país guaraní. Francois Duvalier en Haití, gobernó 14 años, modifico personalmente la Constitución proclamándose presidente vitalicio. A su muerte su hijo "Baby Doc" Duvalier heredó el mando por 15 años más, claro, con un enriquecimiento escandaloso para la familia Duvalier.
Anastasio Somoza García (el "tacho") no se queda atrás y tiene el record de 20 años en Nicaragua, seguido por los 10 años de su hijo Anastasio Somoza Debayle, aunque no siempre hayan sido los mejores años que hubiese tenido aquel país. El durísimo Muammar el Gaddafí se lleva el record en Libia con 41 años de despótico gobierno, pero los malos recuerdos de las victimas, perseguidos, torturados y castigados manchan aquel récord.
Y para acabar mencionemos al "generalísimo" Francisco franco en España, que ostenta el récord con 35 años de mano férrea, puritanismo y dureza en todos los ámbitos.
En fin el récord hecho está, pero habrá que aguardar buen tiempo para evaluarlo en su verdadera perspectiva histórica. Como lo hace ahora Don Carlos D. Mesa al hacer notar la dimensión continental y la característica, importante para su momento, de la gestión del Mariscal Andrés de Santa Cruz y Calahumana.
Los logros y las características del presidente se verán en su verdadera dimensión, seguramente, de aquí a un siglo; por ello es apresurado querer parangonarlo ahora con el Mariscal indicando que son los dos hitos más importantes de la historia boliviana. Por cierto, esto último es muy relativo y cuestionable. De ser así, ¿dónde quedaría Don Victor Paz Estenssoro ?, considerado por muchos analistas e historiadores como uno de los grandes estadistas.
Bueno, tiempo al tiempo. Que la historia se escriba y que se juzgue este manoseo a la democracia en otro tiempo.
(*) Lic. en Comunicación Social
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