Xapurí no suena mucho entre los andinos, aunque los pandinos saben que fue el lugar emblemático para defender el territorio nacional durante la guerra por la goma. Ahí un empresario de origen cruceño y un indígena enfrentaron a los filibusteros. Ahí, un siglo más tarde, ya territorio brasileño, nació y murió Chico Mendes.
¡Qué curioso!, otro Francisco. Igual que el joven italiano que reconoció a la Divinidad a través de sus criaturas y difundió desde Asís el cuidado de las huertas, de los jardines, de los bosques pero también de la maleza, las cuatro expresiones de las plantas. Igual que el argentino que tomó su nombre simbólico y lanzó al mundo el mandato de cuidar al planeta, "Laudato sí".
Francisco Mendes (1944-1988), Chico, era siringuero, amante del verde que no da riqueza monetaria sino vida y aire. Formado por un exiliado boliviano Euclides Fernández, se convirtió en activista ambiental en la corriente que se conoce como ecosocialismo.
Mientras el aymara David Choquehuanca acusa a los defensores del bosque de servir a los gringos, como atacó a los pobladores del Tipnis, Chico defendió las áreas protegidas y resistió la idea de "progreso" de las dictaduras militares brasileñas que arrasaron árboles para construir una carretera en medio de la Amazonía.
Llegó a Nueva York para mostrar la complicidad del Banco Mundial y del Banco Interamericano que financian estas mega obras sin considerar a los pobladores de la selva. Denunció la falsa idea de citadinos que creen que esa estepa no está habitada.
No era guardabosques de las ONGs como lo calificarían los García Linera, sino defensor voluntario de selva que querían volver ganadera. Aunque en el Acre brasileño no existía la amenaza de la expansión cocalera, como en el Moxos boliviano.
Fue asesinado como otros 50 activistas, incluso religiosas que habían ayudado a concienciar a los siringueros, acusadas de "hacer política" por los gamonales. Fue la Teología de la Liberación la base de su discurso humanista.
Fue baleado por defender la floresta. Gracias a él, actualmente hay más de 12 millones de hectáreas protegidas con pleno desarrollo sustentable, mientras en el frente pandino crecen los cocales depredadores. Por su muerte se salvaron especies animales y vegetales. Activistas neoliberales como Maná o Simone, le dedicaron bellas composiciones y hay decenas de documentales sobre su lucha verdadera por la Madre Tierra.
Lástima por Choquehuanca, el gran perdedor con la reelección, de ser potencial heredero, se quedó en un rol del chistoso del grupo hablando de ocas y de piedras y repitiendo frases inconexas en discursos sociales. Sería bueno que revise por qué Germán Busch creó los primeros parques nacionales en la selva, en el Sajama.
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