Prestatarios y prestamistas irresponsables

Justo festejando el cumpleaños de uno de mis mejores amigos recordé episodios que me transportaban a sus primeros trabajos en los que de alguna u otra manera estuvo conectado.

Mi gran amigo Enrique Rubín de Celis, es un gran arquitecto, un diseñador de grandes construcciones, pues su especialidad está en los altos edificios, y aunque sus trabajos no están rodeados de muchísimos detalles, de esos que adornan fantásticas estructuras, sé que si se lo propusiera lo lograría pues es un artista cabal.

Por todo ello eligió y de muy buena manera la carrera de los constructores de ilusiones, le caía como anillo al dedo, y aunque se quejaba permanentemente de que Arquitectura, "donde dormir es un sueño", le robaba media vida, terminó por dársela, y solventar a su linda familia y hacer de él, un gran ciudadano del que me siento orgulloso de conocer.

En calidad de alumno aún, luego de pasar por varios trabajos distintos y de diversa índole para sostenerse, llegó a la empresa que lo cobijaría por los próximos 20 años en calidad de dibujante y diseñador.

Yo volví a encontrarme con él después de muchos años y ya estaba establecido; sus trabajos y éxitos ya formaban parte de su currículum en la constructora. Me hice amigo de muchos de sus colegas y compañeros, y en un par de sábados de carnaval fui invitado a challar la obra de turno y así empezar con buen pie los feriados de agua y alcohol.

Era en estos acontecimientos donde conocí a Anselmo, el jefe y dueño de la constructora, un judío argentino polaco, un poco mayor a nosotros y con muy buen humor. Hincha de River, aunque raro gallina porque también era estronguista y le encantaba el Rock, tanto el inglés como el latinoamericano, tenía muy buen gusto al comer y era de un comentario ácido muy porteño, pero que hacía muy agradable tertuliar con él.

Como todo argentino, era canchero a morir, y se las sabía de todas, todas. No había como charlársela, pues cuando uno iba de ida él ya estaba volviendo por tercera vez, y esa forma de ser fue la que terminó siendo su peor enemiga.

Hacía gala de su verborragia, y quien caía encandilado por la velocidad y versatilidad de sus palabras, estaba perdido, y lo estaba de verdad en caso de que fuera el propietario de cualquier capital con destino a la inversión o que por alguna razón estuviera en libre disponibilidad.

Resulta que Anselmo era muy amigo de pedir prestado, según hablé con él alguna vez, me refería su teoría económica en el hecho de que sólo los pobres viven de su plata, los ricos viven y trabajan de la plata del otro y por eso son ricos. Cuando uno maneja una de estas teorías con semejante convencimiento, es posible que se la termine creyendo, e inclusive es posible que sea la verdad, sin embargo, para que sea efectiva, seguramente hay que saber alguna técnica para que lo que uno se presta se pueda devolver íntegro y con intereses al acreedor, luego de haberle dado al hábil deudor el rendimiento requerido.

El gordito bonachón, no sabía ese truco, pues aunque muchas veces invertía lo adeudado en sus obras, cuando las vendía y lograba con dinero ajeno a veces enormes utilidades, se las gastaba y se daba la gran vida, mientras se olvidaba que lo que uno se presta, tarde o temprano se tiene que devolver.

Dije líneas antes que si algo le sobraba al porteño en cuestión era su hábil cantaleta, y vaya que daba cátedra de convencimiento, cuando los furiosos prestamistas acudían a las oficinas de la constructora para cobrar o cobrar y de paso cantarle las cuarenta al argento aprovechador, éste los invitaba a ingresar a su oficina, y luego de media hora o un poco más, se empezaban a escuchar las grandes risotadas de los presentes en la reunión y muchas veces así no lo crea, los que fueron a cobrarle, terminaban por prestarle incluso un poco más.

¿Cómo hacía para que la gente confíe de esa manera en él?, ¿de qué se valía para lograr semejantes resultados?, no tengo la menor idea, pues a esas reuniones no entraba nadie más que él y sus prestatarios, y así fue, durante meses, y años y hasta décadas, créamelo o no.

Sin embargo no hay plazo que no se venza, ni límite que no se traspase, cuando se corre sin frenos y en picada, la hora de pagar llegó y ya no había forma de recibir con cara agria y despedir con risas a nadie más. Pasaron muchos años y este amigo estaba en tales problemas que ya ni la cárcel era una opción para él. De manera que después de vivir una vida llena de lujos y placeres con dinero ajeno, no tuvo el valor de enfrentar los problemas y, buscó en una 45 la solución que le quite las penas terrenales le ayude a crear una viuda y un huérfano que por lo menos ya no tengan que seguir viéndolo sufrir por sus irresponsabilidades.

Hace poco las autoridades del país nos empezaron a contar lo maravilloso que se verá el país una vez concluidas las mega obras que se realizarán con nada más y nada menos que siete mil quinientos millones de dólares, (solo imaginar la suma esa me causa escalofríos), que nos prestaremos de la ahora rebosante economía china.

Las razones para justificar el préstamo según el gobierno es que ahora somos un país solvente, sin embargo, el mismo país según declaraciones del presidente, cada año mientras dure la crisis del petróleo, va a percibir 2.500 millones de dólares menos anualmente debido a la baja del precio.

No voy a hacer análisis ni ecuaciones que ni entiendo ni deseo hacerlo, pero la lógica me dice que cuando menos gano, menos debería gastar, y peor aún prestarme plata que no se si voy a poder pagar, por muy "manejables" que parezcan estas sumas.

Para terminar, sólo rememoraré una frase que decía un gran maestro mío, si me presto diez mil dólares del banco, mejor empiezo a preocuparme, pero si el banco me presta un millón de dólares a mí, que se preocupe el banco.

(*) Es paceño, stronguista y liberal