Sábado 17 de octubre de 2015
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La espiritualidad de un discípulo se mide en función de los juicios internos que establece de cada una de las experiencias; si el discípulo todavía oscila entre el bien y el mal, entre lo bueno y lo malo, correcto o incorrecto, significa que aún le falta un largo camino que recorrer.
Si el discípulo aprende que todo es bueno y que simplemente varían las formas en que la energía afecta a todo lo existente, entonces, el discípulo, decimos, que lleva un camino más avanzado, pero aún le falta otro largo camino por recorrer.
Si vemos que el discípulo observando a la vida y en su pensamiento no existe sino el placer de ser, el placer de actuar, y que su pensamiento no es sino un pasaje instantáneo entre la intuición, y la acción concreta, decimos entonces que el discípulo está muy aventajado en su camino, pero aun así, todavía le falta un largo camino que recorrer, para llegar a dónde debe llegar.
Y más adelante, tal vez observamos que los discípulos caminan por el mundo guiados por su conciencia superior, sus manos y sus palabras son creadoras al cien por ciento, su Visión es completa y elimina las sombras hacia donde se dirige, su vista traspasa las caretas tras las cuales se esconden las personalidades humanas, el corazón y las mentes son perfectamente claros a su vista espiritual, lee las voluntades de los hombres y de los gobiernos y puede entender perfectamente cómo la voluntad divina se manifiesta en todas las cosas.