Miercoles 14 de octubre de 2015
ver hoy
Cuando los emigrantes y los refugiados huyen de la miseria y la guerra en busca de un lugar donde sobrevivir, se fabrican fronteras de cuchillas afiladas y sus vidas acaban ahogadas en el mar, no hay neutralidad que valga. El periodismo tiene que estar en el lado de la valla de los desfavorecidos, despertando la conciencia ciudadana para acabar con la mezquindad de los políticos que conscienten esas injusticias.
El periodismo tiene que utilizarse como herramienta para transformar la sociedad, para agitar las conciencias de los ciudadanos, para protegerles de los desmanes de los poderosos, para defender los derechos de los más débiles e incluso para movilizar a los que miran a otro lado ante las injusticias.
El periodismo no debería ser aséptico ni neutral. Tiene que contaminarse con las aspiraciones y miserias de los hombres y tomar partido por sus causas. Debería abrir los ojos y los oídos de todos para acabar con la ceguera y sordera interesada de tantos que se instalan en la comodidad.
El periodismo de hoy ya no tiene que resultar incómodo solo para los gobiernos y los poderosos, ahora también debe conmover, movilizar e inquietar a los ciudadanos.