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Domingo 11 de octubre de 2015

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Cultural El Duende

Periodismo y literatura: La palabra se hizo carne

11 oct 2015

Ponencia presentada por Lupe Cajías en el Foro "Periodismo y literatura" organizado por el Centro Pedagógico Simón Patiño en julio pasado

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Quinta y última parte

REN? BASCOP? ASPIAZU (1951 - 1984), pertenece a la nueva generación post 1952 de narradores con influencias del realismo mágico y de las subculturas; fue también novelista, poeta, cuentista y periodista.

Fundó la revista "Trasluz" (1976) junto a los literatos Manuel Vargas, Jaime Nisttahuz y el artista Edgar Arandia. Exiliado en México, trabajó en el periódico "El Día". Fue director del Semanario "Aquí" de La Paz (1980-1984).

Inspirado en su suegro, Mario Guzmán Aspiazu, combinó la inspiración en hechos cotidianos con el escenario de los conventillos o bajos fondos de La Paz con la investigación periodística. ?l mismo mantuvo una vida "legal" con una existencia semi clandestina, repartido entre dos casas y dos mundos, como sus propios personajes.

"La Tumba infecunda" (Premio Guttentag 1985) narra la biografía de un benemérito marginal, mientras "La veta blanca" (1982) es una investigación sobre las redes del narcotráfico. Sus (con) vivencias con el mundo de los aparapitas ligaban lo literario con lo periodístico. Fue perseguido por sus reportajes, pero el exilio fue buen pretexto para su literatura.

Otras obras: "Los rostros de la oscuridad" (1988), "Las cuatro estaciones" (2007 (poemas inéditos) los cuentos más famosos: "Ángela desde su propia oscuridad" (1977); "Primer fragmento de noche y otros cuentos" (Premio Franz Tamayo 1977, ed. 1978); "La Noche de los Turcos" (cuentos, 1983); "Niebla y retorno" (Primer Premio Franz Tamayo´ 1979, ed. 1988); "Cuentos completos y otros relatos" (2004).

RUB?N VARGAS PORTUGAL (1959- 2015) también desarrolló su narrativa a caballo entre la poesía y la literatura y los artículos de prensa como colaborador de la revista "Vuelta" de México (1990-1992) o como editor cultural en "Presencia", "La Prensa" o en el semanario "Pulso" donde editó "La Salamandra" (2001-2004) y hasta su muerte en el suplemento "Tendencias" de "La Razón". Egresado y docente de la carrera de literatura en la UMSA desde 1987, es uno de los más representativos de la nueva y al parecer inagotable cantera que une literatura con periodismo, la única carrera literaria en Bolivia.

Sus poemarios "Señal del cuerpo" (1986) y "La torre abolida" (2003) son sus más importantes creaciones para la crítica especializada; sin embargo, sus mayores lectores estaban entre los consumidores de periódicos.

?l no solamente realizaba resúmenes de la actividad cultural sino entrevistas y notas de prensa y su estilo en uno u otro campo unía la agilidad del reportero con la búsqueda de la palabra precisa del poeta.

Están también en esa línea Mauricio Souza o Marco Antonio Miranda que estudiaban letras cuando entraron al primer equipo de prensa de "La Razón" en 1990. Sus conocimientos del buen uso del lenguaje y su amplia cultura provocaban polémicas sobre la formación del periodista. Parecía que la Facultad de Humanidades producía mejores cronistas que las muchas carreras de comunicación en todo el país.

LARGA LISTA. Podríamos continuar con una larguísima lista, con nombres ya consagrados como Jesús Urzagasti, Benjamín Chávez, Maximiliano Barrientos, Roberto Navia, el equipo de "La Ramona", de "El Duende", algunos nuevos como Martín Zelaya, Pablo Ortiz.

Como adelantábamos al inicio, solamente queremos subrayar que ese "contar historias" atávico se repite en un eterno retorno en el antiquísimo triángulo de literatura, historia y periodismo.

LA REGI?N SE ADELANTA

Sin embargo, a diferencia de otros países, en Bolivia no re-conocemos una escuela que podríamos catalogar como "non ficción" o "periodismo literario" o literatos periodistas.

En ese recorrido la región está más adelante. Nombremos sólo el caso de Colombia, donde Gabriel García Márquez es el mayor ejemplo de periodista literato con obras inseparables entre ambas vertientes y con base en hechos reales a pesar de su fama de "fantástico"; pero no es el único y muchos autores como las premiadas Laura Restrepo o Patricia Lara fueron y son primero reporteras que novelistas.

También está el ejemplo argentino con nombres tan reconocidos como Rodolfo Waslh Tomás Eloy Martínez, a quienes sólo citamos como referencia para no alargar demasiado esta presentación.

LA EXPERIENCIA PERSONAL

En mi propia biografía siempre me situé en el centro de ese espacio. No puedo precisar si primero me gustó la historia porque los relatos de mi padre sobre el colgamiento de Villarroel o él llevando naranjas para los guerreros me parecieron siempre inolvidables y tenaces y aún hoy puedo reproducir sus olores.

O los cuentos de las abuelas llegadas de la selva y de allende el mar que repetían leyendas y más que nada relatos sobre los aparecidos y los susurros sobre los pecados de tal tía o cual vecina.

Y el periodismo que llegaba al comedor de diario siempre lleno de aventuras y sorpresas, no solamente los asuntos de guerrilleros, sino la madrastra que mató a la chiquita o el zapatero extraviado.

Profesional, tuve la precaución de anotar muchos comentarios de protagonistas como los mineros o las barzolas, los falangistas y las parroquianas en miles de fichas que me han servido para mis libros y artículos.

Cuando cubría el retorno a la democracia y vivía la muerte en noviembre de 1979 o el escondite en la Central Obrera en 1980, comprendí la necesidad de pasar del artículo que dura sólo un día y luego sirve para envolver calzados al libro más cuidadoso y escogí la biografía como género hermoso e intenso. Aun así, muchas de las confidencias que conocí mientras esperaba el resultado de un ampliado obrero o en un viaje al congreso minero las guardé para la no ficción. No podía publicarlas pero tampoco quería olvidarlas.

Por ello me muevo feliz y agradecida, como incansable caminante, entre la crónica, la biografía y el cuentito, mucho relacionado con los años 40 bolivianos y latinoamericanos porque es ese "cuando" el que más me inspira. Realidad inmediata, personajes de carne y hueso, mas no gusto de textos con citas y mucho menos con pie de página.

Por ello, para mí, elijo contar historias con las herramientas de la literatura, lenguaje ágil y austero, preciso de periodista porque nunca hay suficiente espacio ni suficiente tiempo, pero intento mantener la Unidad, el tiempo narrativo del presente, el acercamiento al lugar a través de las técnicas más sencillas (casi cinematográficas), la técnica de las cuatro líneas y las oraciones sin subordinadas y los párrafos de seis líneas.

CONTAMOS MÁS, SABEMOS MENOS

Para el cierre, solamente un comentario. Actualmente circulan muchas notas, muchos artículos, cuentos, narraciones, facilitados por el uso de las nuevas tecnologías.

Queda sin embargo, la pregunta contamos más pero sabemos menos y la frecuente discusión sobre el lenguaje en los textos cortos que luego se repite en textos largos, donde el valor de la palabra pierde calidad y sentido.

Parece que los egresados de literatura o de carreras de arte pueden ser buenos periodistas en diferentes formatos. Al contrario, los egresados de las carreras de comunicación se alejan paulatinamente de la literatura y no hay nuevos ejemplos entre los reporteros menores de 30 años.

Fin

Para tus amigos: