Aunque ciertas cosas están cambiando y permiten reconocer con mayor claridad el valor de la mujer como tal, sin duda este segmento, el más importante de la sociedad, el principal eslabón de la familia, todavía está en franca lucha contra una serie de injusticias, abusos y un predominio mal sano de violencia que en el último tiempo marca el crecimiento de feminicidios, una muestra de la fuerza machista que además es resultado de la inaplicabilidad de la ley y las sanciones severas que frenen estos delitos.
Es evidente que el sector femenino ascendió en la defensa de sus derechos, muchos que ahora puede practicarlos en similares condiciones con los varones, como su presencia en el escenario político que ha cambiado la correlación de fuerzas y abre un amplio camino para el desarrollo de sus aptitudes democráticas más próximas a la realidad social y la defensa de los derechos humanos.
La mujer está incursionando en los más variados ámbitos profesionales y su desempeño conlleva responsabilidades muy propias de su condición, sensible, armoniosa y amorosa, humana y de alta responsabilidad, por lo mismo se presenta como la alternativa del verdadero equilibrio en una sociedad más igual y menos desfavorable a su condición, como sucedía hasta cierto tiempo atrás.
La mujer del tiempo actual ha doblado su original responsabilidad, pues más allá de ser esposa y madre, con la grandísima responsabilidad de ser ama de casa, guía y sustento de la suerte de un hogar, hoy es partícipe con ese mismo empeño y responsabilidad en la conducción de la cosa pública, está en el Parlamento, es parte de la maquinaria estatal, dirige organizaciones sociales, plantea sus ideas con absoluta precisión y defiende con fortaleza lo que considera cierto, justo y digno, sin dejar para nada, su intrínseca condición de amante esposa y abnegada madre, esa es la valiente mujer de este tiempo.
Por supuesto que en el segmento del machismo criollo, todavía hay predominio de ciertas ínfulas de fuerza, incluso entre algunos funcionarios que suponen detentar más de la fuerza política, la acción ilegal y violenta que se ampara en ignorancia y desconocimiento de las leyes y la justicia. Esa es aún una lucha de la mujer contra la fuerza de la incultura.
Esta ocasión es propicia entonces para recordar en una misma fecha dos hechos importantes, primero el homenaje al nacimiento de Adela Zamudio Ribero, poetisa, maestra, escritora, una gran luchadora social, ejemplo de mujer boliviana en cuya memoria se instituyó el Día de la Mujer Boliviana, actitud y decisión especial de Doña Lidia Gueiler Tejada, en su condición de primera mujer que asumió la Presidencia del país.
El otro motivo es recordar que también un 11 de octubre del 2012, se instauró el Día Internacional de La Niña, a través de un proyecto externo alentado por la Unicef, frente a las estadísticas alarmantes de hechos de violencia en perjuicio de las mujeres niñas. Este programa vigente aún procura concienciar a las autoridades de todas las latitudes para que impulsen programas de cuidado de la salud y la integridad femenina de la mujer en todo el tiempo de su crecimiento.
Las dos fechas son propicias para relievar la importancia en las actividades de la mujer y que sigan ejerciendo a plenitud todo lo grande y noble que Dios pone en el alma de toda mujer para cumplir su misión que encierra la verdadera alegría de vivir y la valentía de ser mujer.
Fuente: LA PATRIA
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