El pasado de nuestra amada Bolivia está signado por el infortunio y la desgracia, encerrados entre nuestras montañas, sometidos vilmente al arbitrio de Chile para llegar pidiendo permiso a las costas que un día fueron nuestras. Viril expresión de repulsa nace de los corazones bolivianos, pero sea dejado atrás el pasado y consagrados todos los esfuerzos a nuestra madre común, más amada cuanto más desventurada, y esos esfuerzos supremos deben converger en un solo objetivo que una, las todavía discordantes regiones de Bolivia, un solo horizonte que unifique la Esperanza y la Fe nacional, en un mejor destino, debemos volver a ser la nación que fuimos, la Bolivia dueña de su puerta de calle y dueña de su destino.
Ese supremo idealismo debe unirnos ahora más que nunca, la gran herida de Bolivia debe sanar de una vez y definitivamente y no es un idealismo o chauvinismo barato, el que propugnamos, es, como decía el gran defensor de los derechos de Bolivia Don Fernando Díez de Medina, "una conciencia de responsabilidad ante el destino adverso, consigna de Nación y Fuego sagrado de Patria", que aunque algo débil en el presente, debe avivarse más que nunca por las llamas de nuestro sincero y más puro patriotismo que nos conducirá al ideal por tantos años soñado, la restitución soberana de Bolivia a las costas del Pacífico, pero no con corredorcillos inservibles, como solución artificial, esto sería un error político y una imprevisión histórica.
Porque oídlo bien pueblo de Bolivia, ¡tarde o temprano el Perú recuperará Arica y Tarapacá, y tarde o temprano Bolivia ha de recuperar su Litoral!, a pesar de los denominados practicistas que abundan en el país que preferirían solo mayores ventajas comerciales para acceder a nuestro Mar; si bien será muy difícil por ahora recuperar los 400 Km. de costa que un día tuvimos, al menos una parte de ello, será tal vez posible, necesitamos al menos una costa con 50 Km. lineales, conectados al interior por un faja de territorio de la misma extensión y debe ser en algún punto de nuestro antiguo y querido Departamento del Litoral, otra cosa no satisfaría la incalculable sed de justicia que clama el alma de Bolivia y las almas de las generaciones enclaustradas, esas almas nos acompañan en este tiempo de esperanza.
La gran herida de Bolivia que sangra por más de un siglo, ante la impotencia de nosotros sus hijos, debe darnos fuerzas y la suprema voluntad para lograr al fin el gran objetivo, acerquémonos a ella, que mana la fuerza y coraje que necesita nuestro pueblo para enfrentar el infortunio, echemos por los suelos la falacia de que somos un pueblo vencido, nuestro viril patriotismo grita a los confines de la tierra, somos un pueblo infortunado, acosado por la desgracia sí, pero ¡jamás un pueblo vencido!, demostremos que no somos ni seremos nunca más, el pueblo resignado al cruel destino impuesto por la fuerza de las armas. La melancolía, el lamento y la quietud cesen de una vez por todas, Bolivia nuestra santa madre, no es más la cenicienta del continente, ahora pedimos con voz clara y fuerte, pero también con sublime decisión lo que nos corresponde, Bolivia mantiene su derecho irrenunciable al patrimonio que le fue arrebatado, no es la hora de los festejos ni de la espera quieta, estéril, es la hora de la espera creadora edificadora, la victoria final en la que creo con todo mi corazón está en nuestras propias manos, ella acude a los pueblos que se atreven a desafiar al infortunio y se acrecientan con el Mare Nostrum Mare Sacrum, decía el gran escritor antes mencionado, "Mar Nuestro Mar Sagrado" que este sea pues, nuestro primer pensamiento al despertar y nuestra última plegaria al cerrar los ojos, que sea un baño de honestidad e impulso para la superación personal que contribuye a la causa común; ¡El Mar, el Mar, el Mar! amado, soñado, ausente y desgarrador. El mar perdido de los antepasados, el mar recuperado para los hijos y los nietos, porque sé que como yo, hay muchos jóvenes dispuestos a cualquier sacrificio por Bolivia, que nuestro leal y sincero patriotismo sea el pilar inconmovible sobre la que se levante la Bolivia del siglo XXI, la Bolivia con su costa recuperada, he ahí el supremo Destino que aguarda a Bolivia.
(*) Abogado
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