El PontÃfice argentino, que se presentó como un "hijo de inmigrantes" y del "gran continente" americano, aseguró que comparte con los representantes del pueblo estadounidense "una responsabilidad común" hacia esa parte del mundo.
El Papa pronunció un discurso en el que se apoyó en cuatro personalidades históricas de Estados Unidos (EE.UU.) como ejemplos de esos "sueños" americanos: el ex presidente Abraham Lincoln, el premio Nobel Martin Luther King, la fundadora del Movimiento del Trabajador Católico Dorothy Day y el monje cisterciense Thomas Merton. Se trataba, explicó, de ilustrar la defensa de la libertad, la vivencia de esta en la pluralidad y la no exclusión, la garantÃa de la justicia social y la protección de los derechos de las personas y el respaldo de la capacidad de diálogo y la apertura a Dios.
Llegado a Washington desde Cuba, el primer Papa latinoamericano, quien ha desempeñado un papel clave en la reanudación de las relaciones cubano-estadounidenses, destacó que su "deber es construir puentes" y reconoció los "esfuerzos que se han realizado en los últimos meses" para superar lo que denominó "diferencias históricas".
"Un buen polÃtico es aquel que, teniendo en mente los intereses de todos, toma el momento con un espÃritu abierto y pragmático. Un buen polÃtico opta siempre por generar procesos más que por ocupar espacios", opinó Bergoglio.
"Cuando paÃses que han estado en conflicto retoman el camino del diálogo, que podrÃa haber estado interrumpido por motivos legÃtimos, se abren nuevos horizontes para todos", proclamó.
El Papa recordó, por otro lado, que el mundo está asistiendo a la peor crisis de refugiados desde la II Guerra Mundial y pidió a los congresistas "no dar nunca la espalda a los vecinos", en alusión a los millones de inmigrantes cuyos derechos "no siempre fueron respetados".
Estimó que "combatir la violencia perpetrada bajo el nombre de una religión, una ideologÃa, o un sistema económico y, al mismo tiempo, proteger la libertad de las religiones, de las ideas, de las personas, requiere un delicado equilibrio en el que tenemos que trabajar".
Una de la alusiones del Papa interrumpidas por los aplausos de los congresistas fue aquella en la que abogó por la abolición mundial de la pena de muerte vigente en 32 de los 50 Estados de la Unión. Y ello, explicó, porque "una pena justa y necesaria nunca debe excluir la dimensión de la esperanza y el objetivo de la rehabilitación".
"Estoy convencido que este es el mejor camino, porque cada vida es sagrada, cada persona humana está dotada de una dignidad inalienable y la sociedad solo puede beneficiarse en la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito", añadió.
Fuente: Washington, 24 (EFE).-
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