Miercoles 23 de septiembre de 2015
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No olvidemos que la formidable bandera de la autonomía, es uno de los pocos -sino el único- anhelo de los bolivianos, encabezados por Santa Cruz, que el MAS no pudo doblegar con "estrategias envolventes". Tuvo que seguir el viejo adagio: "si no puedes con tu enemigo, únete a él". Y pensó que enarbolando el mástil de la bandera, haría creer que estaba a favor de la misma. Los hechos desmintieron tal actitud. Los hechos y la Constitución del MAS, así como su Ley Marco de Autonomías. Ambos instrumentos le otorgan al gobierno mecanismos para administrar el gobierno, de tal manera, que nada puede escapar a su control. En otras palabras, una paradoja muy conveniente. El Gobierno habla de autonomías, con reglas centralistas. Y parece que esta vez el pueblo se dio cuenta. Aquí no valen las interpretaciones de los sofistas de siempre. Nunca desde el 2006, algo fue tan claro como ahora. Y lo saben aquellos que muestran sus rostros preocupados y compungidos.
Es probable que quienes leyeron un millón de libros ya adviertan que la autonomía es un tema serio, y que no se puede soslayar. Tal vez se pueda postergar -un poco, nada más- pero que tarde o temprano volverá?y con más fuerza.
¿Qué le queda al Gobierno? La interpretación sofista está bien para decir que ganaron y que van a "obedecer al pueblo", pero no es la correcta y puede volverse como un bumerán en contra de ellos. Eso también lo saben. Eso, unido a la crisis que cada vez será mayor, pueden afectar muy seriamente los planes políticos del gobierno. Otra es, aprovechar la oportunidad de abrir la Constitución y modificarla para permitir autonomías de verdad, pero en serio. Lo de malo de todo esto es que la credibilidad del Gobierno no es de las mejores, y la re-re-re-elección (disculpas, "postulación") no es tampoco una buena medida aparentemente. ¿Y el Gobierno querrá autonomías de verdad?