La magistral expresión del Papa Francisco durante su visita a Cuba, "quien no vive para servir no sirve para vivir", plantea serias interrogantes a quienes se muestran como fieles servidores de los necesitados, de los desposeídos y que además en su nombre acumulan poder y grandes riquezas, que por lo general les otorga su estatus de autoridad, una mayoría de las veces legal pero no legítimo, por no gozar de la confianza plena de sus "representados".
La visita del Sumo Pontífice actualizó el profesar de la Iglesia Católica Latinoamericana, que muy bien conoce y trabaja el Papa Francisco, quien es el tercero de la sede del Vaticano que visita Cuba en los últimos 17 años, primero fue Juan Pablo II el año 1998 y luego Benedicto XVI en el 2012, penetrando en definitiva con la fe del catolicismo a un Estado que después de la revolución cubana se declaró ateo hasta 1992 y luego laico, por lo que la presencia de los católicos es compartida también por otras religiones y otra santería. Lo curioso es que el carismático ex comandante de la isla, Fidel Castro, se formó y estudió en un colegio católico dirigido por jesuitas, que tuvieron que buscar asilo en Estado Unidos tras la revolución.
El Papa Francisco reconoció la tarea sacrificada y el trabajo que cumplen los sacerdotes, religiosos y laicos para llegar a los lugares más dispersos de Cuba con la palabra de Cristo y el mensaje de su Evangelio, destacando así la importancia de "servir al prójimo y no a la ideología", desde las llamadas casas misionales por la falta de templos y sacerdotes, según su homilía que ofreció a los católicos congregados en la histórica Plaza de la Revolución de La Habana, teniendo al fondo del altar las imágenes del guerrillero Ernesto Che Guevara y del líder de la revolución cubana, Camilo Cienfuegos.
Francisco, destacó que "hay un servicio que sirve", advirtiendo que "debemos cuidarnos del otro servicio, de la tentación del servicio que se sirve", manifestando que "la importancia de un pueblo, de una nación, la importancia de una persona, siempre se basa en cómo sirve a la fragilidad de sus hermanos", recomendando a "quien quiera ser grande, que sirva a los demás y que no se sirva de los demás".
El Santo Padre aseguró que la vida se vive sirviendo, explicando que "servir significa en gran parte cuidar la fragilidad, significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo; son los rostros sufrientes desprotegidos a los que Jesús invita a amar". Destacó que "hay una forma de ejercer el servicio que tiene como interés el beneficiar sólo a los «míos», en nombre de lo "nuestro". Ese servicio siempre deja a los "tuyos" por fuera, generando una dinámica de exclusión. Por eso nunca ese servicio es ideológico, ya que no se sirve a las ideas, sino que se sirve a las personas", enfatizando que "quien no vive para servir no sirve para vivir".
En Cuba el Papa Francisco se reunió también con los jóvenes, a quienes utilizando un lenguaje muy coloquial, les pidió que "no se arruguen" y "promuevan la amistad social", reflexionando sobre lo perjudicial que resulta ser la cultura del descarte, el desempleo juvenil y la falta de diálogo social, a tiempo de exhortarles que no se encierren en los "conventillos de las ideologías, que separan, sino aprender a dialogar, porque la incapacidad de hablar destruye, matando la capacidad de unir y matando la amistad social", al recomendarles que tengan capacidad para crear la amistad social.
El Vicario de Cristo pidió a todos luchar por el bien común que les proporcione un futuro prometedor para todos, mencionándoles a los jóvenes cubanos que aunque piensen diferente, aunque tengan sus puntos de vista diferentes, siempre vayan acompañados para buscar juntos la esperanza, para encontrar el futuro y la nobleza de la paz, "sin arrugarse". Cerró su visita a los jóvenes pidiéndoles "recen por mí y, si alguno de ustedes no es creyente y no puede rezar, que al menos me desee cosas buenas".
Así el Pontífice cumple su misión pastoral y demanda la paz y el amor fraternal entre todos los creyentes y no creyentes, demandando una auténtica vocación de servicio en favor del pueblo por parte de las autoridades, de los representantes nacionales, departamentales y de quienes tienen la gran misión de difundir el Evangelio de Cristo, como forma de inspirar en el bien común a todos los pueblos latinoamericanos, lejos de poses ideológicas que sumen a los pobladores sólo en la miseria y acrecientan la pobreza, lejos de cambiar una situación que puede ser revertida si hay servicio y entrega por el prójimo. Ojalá el mensaje del Papa Francisco sea tomado en cuenta por nuestros líderes y nuestras autoridades que tienen que servir antes que servirse del pueblo.
(*) Periodista
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