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Domingo 04 de abril de 2010

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Revista Dominical

El eminente Pantaleón Dalence se inició como Juez de Letras en Poopó

04 abr 2010

En la cárcel de Poopó fusilaron a los alzados de la Guerra Federal.- El Estado debe disponer la conversación de ese recinto por su significación histórica • Por: Elías Delgado Morales

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Merced a una inquietud del investigador Dr. Zenobio Calizaya Velásquez – que actualmente ejerce las funciones de Presidente de la H. Corte Superior de Justicia de Oruro- se establece que en la provincia de Poopó de nuestro Departamento, se fundó el primer Juzgado de Instrucción, por Ley de 16 de Octubre de 1903 sancionada en el gobierno del Gral. José Manuel Pando.

Sin embargo esta autoridad judicial deduce que mucho más antes ya funcionaba allí un Juzgado de Letras, siendo su primer titular justamente el connotado jurista orureño Dr. Pantaleón Dalence Jiménez, que andando el tiempo devino en “Padre de la Justicia Boliviana” por su probidad e idoneidad profesional, reconocida en todos los tiempos por los bolivianos

En ese entonces se denominaba Juez de Letras, porque ejercían el cargo letrados, aunque no fueran precisamente en materia judicial.

El Dr. Calizaya sostiene al respecto: “Luego de ser abogado y desempeñar diversas funciones, el Dr. Dalence asumió la judicatura, al ejercer primero que nada, la función de Juez de Letras en el Juzgado de Instrucción de Poopó”.

En el despacho de la Presidencia de la actual Corte Superior de Justicia, “aun se conserva el sillón de aquel juzgado, en el que ejerció su delicada misión el Dr. Dalence.

En el Archivo Judicial de Oruro, existe documentación respaldatoria en sentido de que “aquel asiento judicial data desde los tiempos de la Colonia”, desde cuando el encomendero español Lorenzo de Aldana se estableció en Paria y que ya en la República fue dividida, siendo Poopó capital de Paria y Corque de Carangas, subordinadas a la Corte Judicial de Chuquisaca.

El Presidente de la Corte orureña aporta más referentes afirmando que: “A fines del siglo XVII, Poopó se registró como Asiento, lo que significa que era un lugar de importantes minas e ingenios, siendo las minas mas valiosas: San Francisco, Santa Cruz, Catariri Grande, Catariri Chico, esta última perteneció a don Juan de Dios Rodríguez, personaje vinculado a los sucesos de Febrero de 1781”.

También refirió que en Poopó se parecían actualmente las ruinas que habría sido la cárcel más antigua, justamente de los tiempos coloniales.

Calizaya Velásquez al respecto y dando testimonio de su conocimiento del lugar sostiene: “Se dice que en su interior fueron fusilados varios alzados particularmente en la llamada Guerra Federal, y hasta los ajusticiados a pena capital. Se manifiesta que aún se pueden advertir los impactos de proyectiles en las paredes de aquel recinto. Si bien actualmente está muy deteriorado el edificio que depende de la Corte Superior, resulta una reliquia patrimonial del Estado y del pueblo de Poopó que conviene preservarlo”.

Poopó en la actualidad es una población en ascenso, saturada de historia y tradición, y que espera una acción coordinada de los Poderes del Estado, para restaurar los vestigios de nuestra historia.

Allí existe uno de los Archivos Judiciales más importantes del país a donde concurren permanentemente estudiosos e investigadores, tanto del país como del extranjero, en busca de datos en informaciones sobre el pasado nacional.

El traslado de este acervo documental a nuestra ciudad, no es posible, porque no permiten las autoridades y vecindario, tal vez con justo razonamiento, porque en Oruro nunca tuvimos Repositorio o Museo Histórico, a pesar de haber cumplido la ciudad 404 años desde su fundación, el 1º de noviembre de 1606.

De ahí surge oportuno el proyecto de fundar el Primer Museo Histórico alentado por el actual Consejo Departamental de Culturas, con la participación del Ministerio del ramo, el Gobierno Municipal y la Prefectura del Departamento. Es ahí donde deben pertenecer estos vestigios y reliquias de nuestra historia, hoy lamentablemente dispersos y sin ninguna protección

El ilustre Pantaleón Dalence, reconocido como “Padre de la Justicia Boliviana”, en todo tiempo recibe el tributo y reconocimiento, no sólo de los círculos judiciales, sino de la población en general, por su estupenda personalidad y gestión administrativa. En la ciudad, el Palacio de Justicia luce un significativo monumento de bronce, en cuya inauguración el Presidente de la Suprema Dr. José Romero Linares en 1977 apunto:

“No en vano Dalence fue discípulo en esta bendita tierra orureña, de Simón Rodríguez, aquel sublime loco y maestro por antonomasia, orientador de sus primeros pasos, como lo fue también modelador del espíritu del Libertador”.

Este jurista más adelante anotaba: “Este monumento y ésta placa que descubro en nombre de la Suprema Corte, como homenaje a la memoria del ilustre Dalence, en el año del sesquicentenario de instalación de las actividades del Tribunal Supremo, recuerde por siempre a todos los bolivianos este momento, en el que el noble metal de los inmortales muestre la figura del eterno Jefe de la Justicia Nacional, aquí, en su tierra nativa, por ocupar el sitial que su pueblo y la Nación agradecida han querido otorgarle al honrarse de tenerlo entre sus grandes hijos.

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