Martes 15 de septiembre de 2015

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Acostumbrado como está a que las buenas noticias no duran y las malas llegarán más temprano que tarde, el paÃs está viviendo horas de incertidumbre económica por sus previsibles impactos sociales. Las declaraciones oficiales, que no coinciden, no hacen más que desorientar y desconcertar.
Desde páginas de opinión sin ánimo agorero, se alertó sobre la necesidad de cambiar la matriz productiva aprovechando los buenos precios de las materias primas, para disminuir la perniciosa dependencia de éstas y que la oscilación de precios se define en escenarios distintos al nacional sobre los que no tenemos ninguna posibilidad de control. Asà también, de la precaria estabilidad de los paÃses vecinos que podÃa generar una avalancha de productos de contrabando, por la falta de generación de empleos estables que inducen al aumento de la informalidad improductiva y no contribuyente.
Pero no se las tomó en cuenta por ser opiniones ajenas a los cÃrculos decisorios o por tomarlas con sospecha, aunque fueran ajenas a cualquier interés polÃtico y más bien se eligió la declaración de auge y éxitos ejemplares para otros paÃses. Lamentablemente, el tiempo y los hechos transcurridos ya no pueden volver atrás y al presente, se deben encarar sus consecuencias con la mayor responsabilidad.