La actual situación que confronta nuestro país, como otros de la región por las circunstancias especiales que emergen de la presión internacional, de manera especial la que predomina en la China y que ha puesto en vilo varias economías, inclusive las más fuertes, es lógico que en nuestro caso las consecuencias sean doblemente perceptibles.
Aunque se insista en un "estado bonancible" de nuestra economía, lo evidente es que hay sectores, unos más que otros que están sintiendo el peso del bajo precio de nuestras materias primas. Es el caso del petróleo o más directamente lo que se relaciona con nuestras exportaciones de gas, a la Argentina, como al Brasil. El precio del energético boliviano bajó para los dos destinos y eso no puede negarse y es claro que significa una sustancial rebaja en los ingresos nacionales.
Nuestras exportaciones de minerales, están peor que las otras, es poco lo que vendemos y se trata de concentrados de bajo precio, sólo el estaño en lingotes tiene cierto valor agregado, pero no salva el hecho de "seguir siendo materia prima para los gigantes industriales", por lo mismo cumplimos contratos medianamente pero los beneficios son exiguos.
Se complican las proyecciones nacionales cuando se anuncian interesantes planes "sociales", incluso con presupuestos definidos e inclusive aprobados, pero con los riesgos implícitos de un estado crítico al disminuir ostensiblemente el rubro de ingresos regulares.
Aquí viene la parte preocupante y es que en el nivel del Estado Económico, se reconoce y se admite la crisis, pero se insiste en que nuestro país está en condiciones de hacer frente a la situación al estar asentado en un "colchón financiero con suficiente respaldo de reservas internacionales". También es evidente, pero la pregunta del millón, es cuánto de tales reservas se dispondrán y a qué rubros se asignarán, recordando que en el último tiempo son muchos los planes que desea impulsar el gobierno, aunque ya se sientan las restricciones.
Para el sector empresarial el asunto también tiene sus terribles aristas, las que están tratando de limarse pero persisten cuando se desconocen algunos parámetros que en ciertos niveles productivos no están en las posibilidades por ejemplo de crecer a ritmo acelerado y por tanto no pueden pagar doble aguinaldo, eso significa que el riesgo inminente es reducir empleos o peor, cerrar empresas.
Y en esa posición de buscar y no hallar caminos abiertos para mover los sistemas productivos, surge en el nivel estatal un plan para incentivar las recaudaciones y equilibrar parte del desajuste financiero. La aduana recauda más, aunque el contrabando persiste y permite que un enorme contingente ciudadano viva de esa actividad.
El cuadro se completa con las acciones del Servicio de Impuestos Nacionales que obligadamente debe incrementar sus ingresos y lo hace de la manera más simple "ajustando cuentas" por cualquier motivo a los contribuyentes legales, esos que hacen esfuerzos por mantener empresas, personal, pagar impuestos tratando de sostener el negocio, sin embargo en el otro frente el SIN deja librados a su buena suerte a informales, evasores y contrabandistas que le restan al país, aunque "trabajan callados".
En estas circunstancias es que corresponden explicaciones más claras, para saber cómo realmente se encamina nuestra economía y en qué grado es posible que la misma no afecte en algún momento los presupuestos familiares, especialmente aquellos que con salarios fijos, tienen dificultades para llenar la canasta familiar, que dicho sea de paso elevó su precio.
Fuente: LA PATRIA
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