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Domingo 06 de septiembre de 2015

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Revista Dominical

La hora de la justicia histórica

06 sep 2015

Windsor Paco - Abogado

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Bolivia, Patria santa, acosada por el infortunio y la desgracia desde su fundación, con enemigos acosándola a dentelladas por todos sus costados y aún en su seno mismo, vio también escrita esta su desgraciada Historia, por los mismos gamonales y terratenientes latifundistas que permitieron el cercenamiento de más del 50 por ciento de la heredad que nos legaron los Bolívar, los Sucre, los Padilla, los Lanza, los Warnes y tantos otros que soñaron una Patria grande y respetada para nosotros sus descendientes.

Borrando deliberadamente de las páginas de nuestra historia los nombres de los verdaderos patriotas y los verdaderos defensores de la bolivianidad, que en la hora suprema de la verdad dieron ejemplo de sacrificio, renunciamiento a los mezquinos intereses personales y sobre todo de un probado y acendrado patriotismo, siendo en cambio ensalzados y glorificados los hombres a los que debemos por ejemplo nuestro actual enclaustramiento geográfico; debo ser claro sobre este punto y nombrar con nombre y apellido a los traidores que antepusieron sus intereses y ambiciones personales y de grupo a los supremos intereses y derechos de la Patria.

Paradójicamente esos mismos hombres son los que dieron el nombre a Plazas y Avenidas e incluso tienen erigidos monumentos conmemorativos, esto ya cae en el absurdo absoluto, para quienes conocemos en alguna medida la verdadera historia de la guerra del Pacífico. Estos hombres que no merecen el honroso título de bolivianos, son Narciso Campero jefe de la Quinta División, la "División herrante"; fueron deliberadamente borrados de los fastos nacionales hechos gloriosos como la memorable Batalla de Canchas Blancas de la que tenemos noticia gracias a la aparición de las "Memorias" del ilustre patriota Coronel Ezequiel Apodaca, quien fuera jefe del Estado Mayor de aquel cuerpo militar, y gracias también al parte del Coronel Lino Morales, Comandante del Batallón Ayacucho.

De la lectura de ambos se pueden entender que después de una larga inactividad en Cotagaita, que exasperaba a los jefes y tropa, que a toda costa quieren ir al encuentro del invasor y a la reconquista de Calama, finalmente el ejército de la V División se movió hacia San Cristóbal, en dirección a Canchas Blancas y Calama, en medio de indecisiones y contradicciones, dividiéndose la tropa, unos hacia el Norte a Oruro con fines conspirativos y otros para ir al frente contra Chile, pero en condiciones de escasez y precariedad de toda índole. En todo ese lapso se entrenó a los soldados, a los indígenas que sirvieron diestramente como chasquis y se les dio entrenamiento en el manejo de hondas y aún de palomas mensajeras para las comunicaciones. Estos hombres como verdaderos patriotas, hicieron lo humanamente posible para hacer frente al enemigo con bravura, tesón y patriotismo, según sale de la valiosa memoria de Apodaca, que nos hace ver una vez más que la actuación ambivalente del Gral. Campero, que se confirmó en los hechos, porque prefirió cambiar el rumbo de su marcha hacia Calama, dirigiéndose a Oruro para atender sus asuntos políticos, pues ambicionaba la presidencia de la República olvidando la lucha contra la invasión chilena.

Durante la última quincena de diciembre de 1879 y principios de enero, hubo una serie de actuaciones contradictorias e innecesarias y se especula sobre la revolución contra el General Daza, en confabulación con Aniceto Arce y otros Jefes en Tacna. Se refiere a la confusión y anarquía que reinaba en la tropa, que se preocupaba porque la V División, formada con tanto esmero y sacrificio, para lo único que serviría era para bajar al gobierno. El 28 de diciembre se produjo el golpe preparado con mucha antelación y aun se arregló el asunto de Camarones, que sirvió para la destitución del Gobierno; lo peor es que se ocultó el triunfo de Canchas Blancas, guardándose los partes, con la idea de que "hay que fregar a los dacistas".

Desgarradoras son pues, las líneas anteriores mientras el invasor se pavonea en nuestro sagrado suelo, traidores, malos militares y políticos, se disputan el poder y por otro lado los hombres con verdadera fe bolivianista, están dispuestos al sacrificio y al martirio para lavar con sangre la afrenta hecha a Bolivia.

En la citada Memoria el Cnl. Ezequiel Apodaca dice: "El 12 de noviembre, desde las cinco de la tarde, los chasquis y algunas patrullas adelantadas traían informaciones del avance chileno. A las siete de la noche nuestros vigías vieron la enorme polvareda que levantaba el enemigo, viniéndose con toda franqueza rumbo a la khocha de agua, que era la única de la región y ubicada en la base de la garganta de nuestras posiciones. Calculando su llegada a caballo repartimos las bebidas a nuestros soldados, los que tomaron su merienda hacía una hora y, cuando repartimos el última yambui en el extremo del ala derecha, las tropas chilenas seguramente sus caballos sintieron la humedad de la aguada que, sedientos se precipitaron en confusión, se lanzaron en desorden polvoriento sobre el agua, y al borde de la khocha se pisaron los unos a los otros, para llegar primero a tomar agua.

En ese momento vino la orden, se deslizaron silenciosamente los bolivianos y atacaron frontalmente, mientras que los indios ganan la retaguardia del enemigo para caerse sobre sus provisiones y destrozarles la cerca a pedradas aprovechando la noche.

Los chilenos reciben la sorpresa desmontados, y ven caer en masa primero sobre su caballería, los caballos inmediatamente son dispersados o tomados por los nuestros y llevados a buen recaudo, mientras que se sigue acometiendo a lo largo de las columnas chilenas, ya totalmente sorprendidas y confusas, pues con el primer plan se dividió a los enemigos con una maniobra del ala izquierda que se encajó entre ellos, mientras que los de la derecha atacaban a su retaguardia y los indios y parte del Ayacucho a su Estado Mayor. Los sanlorenceños del Méndez atacaron a cuchillo y machete limpio al enemigo y tomaron de inmediato la retaguardia más profunda. Desde el fondo de la batalla, se sentía dolorosos ayes cuando las tropas del San Lorenzo hundían sus filos en el vientre enemigo o en la garganta y hasta se vio cuadros de luchas debajo del caballo, cuerpo a cuerpo y escucharse tremendas interjecciones chapacas.

Transcurrió más de tres cuartos de hora y los tiros se fueron alejando y conforme íbamos avanzando sobre el enemigo. De rato en rato aún se sentía el silbar de piedras de hondas indias dando caza a algún fugitivo. En este afán llegó la media noche y los chilenos quedaron rechazados, destrozados. El coronel Juan Bautista Ayoroa y sus tropas siguieron persiguiendo al enemigo con la caballería que ahora teníamos abundante. A las tres de la mañana, están de regreso Ayoroa y Villarpando. Este deseó hablar a sus soldados a quienes sólo atina a decirles: Soldaditos� ¡queridos hijos míos! ( un llanto profundo no lo deja hablar) y sigue: soldaditos, indiecitos queridos, ustedes han salvado a Potosí y a la Patria� Lloro de emoción, decía, porque hemos ganado, hemos defendido la Patria, desde aquí, abandonados por ese kuchi de Campero".

Es hora pues, de reconocer y agradecer dichas muestras de amor incondicional a Bolivia, en momentos de grave peligro para su existencia misma, los nombres de Ezequiel Apodaca, Lino Morales, Miguel Estenssoro, Justo Villegas, Mariano Colodro, Juan Bautista Ayoroa y Salvador Villarpando que lucharon con bravura en Canchas Blancas para detener al invasor que buscaba internarse en Potosí y Chuquisaca, abandonados por su comandante Narciso Campero, deben vivir en nuestra memoria colectiva como los verdaderos defensores de la Patria, es a ellos a quienes se debe que el actual Departamento de Potosí no cayera también bajo la rapacidad chilena, al menos así nos da a entender el Cnl. Edmundo Sanabria Morales, actual Jefe del Departamento V - Historia del Comando en Jefe de las FF.AA., que en su presentación de las "Memorias del Cnl. Ezequiel Apodaca - Potosí - Cotagaita - Camino a Canchas Blancas - 1879-1880", concluye una exhaustiva investigación sobre el hecho de armas de Canchas Blancas afirmando que hubo un pacto entre chilenos y grupos corruptos bolivianos que se prestaron para hacer desaparecer de la Historia a la Batalla de Canchas Blancas y así sepultar la Gloria de Bolivia en la Guerra del Pacífico, desmintiendo así que el ejército chileno nunca fue vencido, Gloria eterna a los vencedores de Canchas Blancas, sus venerados nombres no serán olvidados jamás.

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