Sábado 05 de septiembre de 2015

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Estar solo no es lo mismo que sentirse solo. Ortega y Gasset escribió que "la vida humana es esencialmente soledad, radical soledad, sin una retirada estratégica a sà mismo, la vida humana es imposible". El hombre necesita apoyarse en cierta medida en su soledad y el auto conocimiento y desarrollo espiritual de las personas trae beneficios fÃsicos y mentales. Pero cuando la soledad no es una elección puede afectar la salud, en especial de los adultos mayores.
Salud y soledad se relacionan de manera estrecha. A cualquier edad de la vida las personas más solas son las que se sienten más enfermas. A su vez, a más edad, tanto enferma como sana, las personas tendemos a sentirnos más solas, por diferentes motivos tales como la retirada del ámbito laboral, la dependencia económica o la disminución de la vida social.
Se estima que el 10% de los adultos mayores padecen de soledad maligna, es decir, soledad por diferentes circunstancias que la persona no elije, y la cual afecta su salud fÃsica y emocional. De todos ellos, un 70%, tiene un problema de salud psicológico o fÃsico asociado a la soledad. Según el director del Instituto de Investigaciones Psiquiátricas (IIP), el doctor Manuel MartÃn Carrasco, las enfermedades más comunes causadas por el estado de soledad son "la hipertensión arterial, la diabetes, las infecciones repetidas, la ansiedad y la depresión". Soledad y salud, por tanto, son itinerarios bidireccionales que se implican: La soledad muchas veces se vive como una enfermedad, o trae de la mano enfermedades que al mismo tiempo agravan el aislamiento y contribuyen al aumento del sentimiento de soledad.