En el escenario de actitudes prebendales y antidemocráticas en la UMSA
21 ago 2015
Adhemar Ávalos Ortiz
El autor de este artículo ha tenido que asistir a un circo en el evento destinado a renovar las autoridades universitarias en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz el día 19 de agosto. Si bien no se debe dudar a priori de la honorabilidad de las candidatas y candidatos, a pesar de que la historia reciente nos demuestra actos absolutamente reprochables de venta de cargos y votos, no es necesario anticipar criterios. A primera vista no nos vamos a atrever a sancionar a las personas que quieren desempeñar funciones. Finalmente están en su derecho.
La vergüenza radica en otra cosa, en actitudes prebendales que nada tienen que ver con la historia de la UMSA. La persona que escribe este artículo fue protagonista junto a cientos de universitarios que recuperaron la autonomía universitaria en 1982 a través de una huelga de hambre consecuente de casi una semana. Y no lo dice por destacarse personalmente, esto sería impropio, simplemente por señalar la importancia de un proceso que permitió romper con las dictaduras militares y civiles que asesinaron a tanta gente y conculcaron las libertades democráticas. En ese tiempo, ya un poco lejano, de más de tres décadas, cuando la mayoría de los estudiantes universitarios ni siquiera existía y los actuales docentes eran la referencia de una lucha trascendental, el campo de la Revolución estaba vigente.
Hoy es diferente. Antes se luchaba por principios, por la Patria sometida al imperialismo, por los derechos de la mayoría, hoy simplemente por intereses bastardos que radican en la apropiación del excedente económico. ¿Dónde está el heroísmo de los combatientes de ?ancahuazú y Teoponte? ¿En la basura de la historia? En ningún sentido. Su memoria está vigente. Pero este es un tema político trascendental que no puede hacer olvidar la ruina de la Universidad Pública que pasaremos a detallar a continuación en los términos que corresponden política e intelectualmente.
La UMSA, no en todas sus instancias, sufre de una anemia progresiva. Su producción intelectual, a pesar de la inmensa cantidad de recursos que maneja con el IDH es mínima. La burocracia la ha corrompido hasta el punto de que un docente-investigador debe pagar de su propio dinero la edición y publicación de un libro. Este es un asunto de incompetencia absoluta de las autoridades universitarias que se respaldan en normas obsoletas de manejo de recursos públicos que deberían cambiar radicalmente. La corrupción no acabará con procedimientos que impiden el desarrollo de la intelectualidad universitaria, a lo sumo ayudará a financiar entradas de baile que ya aburren por su repetición.
Se ha olvidado el rol fundamental de la Universidad que es crear conocimiento productivo, aún en el campo de las Ciencias Sociales, Políticas y Filosóficas, y además, fundamentalmente, contribuir a transformar la sociedad. No se trata de formar tecnócratas, eso ya lo hacen las universidades privadas con holgura. La responsabilidad de la UMSA, como la más importante del sistema de enseñanza y aprendizaje nacional es formar profesionales de excelencia, pero también gente comprometida con la sociedad en la que han nacido y surgido.
¿Y qué pasó en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas el 19 de agosto último, independientemente de la fanfarria política? Los programas fueron intrascendentes, pero éste no es el problema fundamental, sino que se observa una actitud de arribismo que consiste señaladamente en que los alumnos y docentes ya no luchan por principios, sino por cargos. Inclusive se llegó al atrevimiento de que la Policía Nacional cierre la puerta principal del recinto lo que no fue permitido ni en épocas de dictadura, además se bloquearon pasillos y se impidió que los votantes ingresen a controlar el voto en los lugares habilitados. Es una pena, pero la principal universidad del país necesita un tratamiento radical, una cirugía terminal.
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