La cotidianidad en la que se desenvuelven los vecinos de la ciudad, quieran o no tiene que ver obligadamente con los servicios de transporte, naturalmente una gran mayoría ciudadana, irremediablemente depende de los servicios de transporte público, sean micros, minibuses o taxis, otra población accede a los propios vehículos, pero igualmente cae en las redes del servicio urbano cuando transita, por el centro de la ciudad.
El transporte público es una necesidad obligatoria e irrenunciable para el movimiento de grandes contingentes de personas a lo largo y ancho de las ciudades, aunque en el caso de Oruro hay quejas de importantes vecindarios donde todavía no se han dispuesto servicios de transporte y los vecinos deben hacer largas caminatas para utilizar los que transitan por vías más accesibles y con mayor número de clientes.
Hay una posición discriminatoria por parte de los transportistas, ya que rechazan la posibilidad de trabajar entre barrios marginales, por ejemplo entre el Este y Oeste de la ciudad o de Norte a Sur, pero repitiendo, entre puntos determinados en urbanizaciones periurbanas.
La mayoría de las líneas de transporte urbano salen y llegan a puntos ubicados en sectores urbanizados y de alta densidad poblacional, además con calles más o menos transitables, una mayoría asfaltadas o por lo menos enlosetadas. Barrio que no tenga esas condiciones, es posible que no tenga transporte público.
Lo que saca de quicio a los vecinos es que la mayoría de las líneas elige para su recorrido en la ciudad las calles más céntricas, ocasionando congestionamientos terriblemente perjudiciales en materia de tiempo y también de espacio, puesto que con la enorme cantidad de vehículos de servicio público, los transeúntes ya no pueden caminar, porque las aceras están ocupadas por el comercio informal.
No se puede hablar de un servicio medianamente efectivo, el transporte público es realmente caótico, incómodo e inseguro, pese al elevado número de unidades que transitan por las calles, especialmente las troncales y las del centro urbano. Con lo que se observa, parecería que el problema no está en la cantidad de vehículos, pues se dice que el número está sobredimensionado en función al número de habitantes citadinos, lo que pasa es que las redes de transporte están tan mal diseñadas que sirven y de manera deficiente sólo a vecinos de barrios con ciertos privilegios urbanísticos, los más alejados están liquidados.
Como si fuera poco, en el caso de nuestra ciudad la gran mayoría del transporte público se cumple en los minibuses, vehículos estrechos y en los que no se respeta el número de pasajeros con uso de un asiento por persona, todos llevan pasajeros en exceso y la comparación es legítima cuando se dice que la gente viaja en "latas de sardina".
Estos aspectos que repetitivamente los mencionamos en defensa de los usuarios deberían ser tratados, analizados y resueltos por las autoridades, comenzando por los legisladores municipales que deben aprobar una Ley de Transporte Público para ordenar rutas, uso de calles, obligación de servicio a la mayor cantidad de urbanizaciones y la modernización del material rodante con unidades que ofrezcan comodidad y seguridad.
En algunas ciudades se intenta aplicar sistemas de transporte municipal, como una solución al monopolio que ejercen los empresarios transportistas, empero todavía faltan condiciones para encarar ese tipo de inversiones, sin embargo no estaría mal facilitar la actividad del "transporte libre" pero condicionado a mejorar unidades vehiculares y sus servicios. Hay que desenmarañar las redes del transporte público.
Fuente: LA PATRIA
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