Alguien acertó en decir que la gratitud es la memoria del corazón. Pero hay gentes que parecen no tener siquiera. El tenerlo tampoco es garantía para ser agradecido, ni todas las memorias se orlan con ese caro atributo humano. De todo hay en este bajo suelo. También hay, por supuesto, los malagradecidos de toda laya; de esos que padecen amnesia convencional o muerden la mano del que un día les dio pan en su hambre o de esos que desde la cima ya no reconocen a nadie.
A Maquiavelo se le atribuye, junto a otras falsedades, la autoría de una divisa atroz: "El fin justifica los medios". Sea esto verdad o no, el hecho es que ahora, a su nombre, se utiliza ese recurso, y lo utilizan sin miramiento alguno los que medran de la política, los que por el poder son capaces de pasar por encima de todo. Para ellos tuvo nuestro señor Don Quijote las más agrias admoniciones: "follones y malandrines". Imprevisibles, hacen lo contrario de lo que dicen. Diestros para tragarse sapos, atento a que la política es el arte de tragarse batracios, como dicen que dijo el Dr. Walter Guevara Arce, cuando le preguntaron qué era para él la política.
Durante las dictaduras y por falta de empleo, entre otras causas, las ONG surgieron como hongos bajo la tormenta. Organizaciones medio clandestinas, dicen de sí mismas lindas cosas; hablan de investigación y de ciencia. El pretexto es bonito: "defender a los pobres y a los excluidos". Realidad o ficción, el enemigo se llamaba "imperio"; en la visión local, neoliberalismo. Todos izquierdistas, con el marxismo subyacente en el fondo. Al cabo de una intensa labor con dirigentes originarios y otros, encontraron al personaje cabal y lo catapultaron al Palacio Quemado. Y detrás de él, la cúpula mayor al gabinete o al parlamento.
Con su buena fe a cuestas, quedaron fuera los que creían en valores y principios. Ahora son puro derechistas, por no saber alabar o callar. Ante la arremetida, ¿qué comentaría Lucho?, se pregunta un conocido sociólogo "onegesista". No comentaría nada; les dedicaría un soberano desdén o como el Santo de Asís al lobo que volvió a convertirse en animal perverso, "No le dijo nada; le miró con una profunda mirada?".
A veces el diablo distraído no sabe para quién trabaja. A las gloriosas ONG les tocó la mala hora. Parece que no sabían que los dictadores de cualquier signo tienen un perfil parecido: si no estás conmigo, estás contra mí. Todos los que no se inclinan dóciles y sumisos ante el poder, en el acto se convierten en enemigos. Desde el llano, como opositoras, sabiendo claro contra quién va la cosa, su labor fue impecable; ahora, tras la conquista del poder, dizque "mienten y hacen política partidaria", por eso las amenazan con expulsarlas. ¡Malagradecidos!
(*) El autor es escritor, miembro del PEN Bolivia
Fuente: Demetrio Reynolds
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