Como nos lo recuerda Mons. Athanasius Schneider, la práctica que hoy conocemos de la comunión en la mano nació en el siglo XVII entre los calvinistas, que no creÃan en la presencia real de Jesucristo en la EucaristÃa. "Ni Lutero lo habrÃa hecho", dijo el obispo: "De hecho, hasta hace relativamente poco los luteranos comulgaban de rodillas y en la boca, y todavÃa hoy algunos lo hacen asà en los paÃses escandinavos".
Santo Tomás de Aquino, en su gran Summa Teológica, asà lo confirma y explica:
«La administración del Cuerpo de Cristo corresponde al sacerdote por tres razones.
Las profanaciones más graves se dan por la administración o recepción de los Sacramentos, o en el caso de la Santa EucaristÃa, por la celebración indigna, es decir en pecado mortal, de ahà que la irreverencia deliberada y notable hacia la SantÃsima EucaristÃa es el peor de los sacrilegios.
El olvido de Jesús presente en el Sagrario por parte de los fieles y de incluso muchos consagrados es casi total.
El PrÃncipe de la TeologÃa afirma: "La Comunión la reciben los buenos y los malos pero con suerte muy desigual: de vida o muerte. Es muerte para los que la reciben sacrÃlegamente, es vida para los que dignamente la reciban".
(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total
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