Lunes 17 de agosto de 2015
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La estadística y la matemática no mienten. En la última semana futbolera, en la Copa secundaria de la Conmebol, la Sudamericana, las consecuencias fueron desastrosas para Bolivia. El que peores resultados obtuvo fue Oriente Petrolero que perdió de local 3 a 0. Para rehabilitarse o tener la posibilidad de pasar a una siguiente fase tendría que golear por 7-0 en campo uruguayo, algo imposible de acuerdo a como funciona el deporte nacional por excelencia. A Bolívar tampoco le fue bien, en realidad muy mal, pero fue de visitante, así que tendría que ganar por 4-0, algo muy difícil en las alturas de La Paz. Con Aurora el tema es delicado pero más accesible, debe meter tres goles en terreno enemigo. Lo de Real Potosí parece, en apariencia, más factible, solamente tendría que meter dos goles para llegar a los penales y tres para clasificar en el infierno de la tierra que enriqueció a España, pero más que a ella a Inglaterra y Holanda.
O sea que estamos en una situación de coma deportivo. Independientemente de los análisis numéricos, nos encontramos en una condición de desastre. Y si todavía creemos en los milagros estamos radicalmente equivocados. En el fútbol se gana con goles y si hay personas que piensan que con buenas intenciones se harán maravillas, están viviendo en el limbo de sus frustraciones o de sus ilusiones, las que están muy limitadas desde el punto de vista de la lógica.
