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Periodismo y literatura: La palabra se hizo carne - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
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Domingo 16 de agosto de 2015

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Cultural El Duende

Periodismo y literatura: La palabra se hizo carne

16 ago 2015

Ponencia presentada por Lupe Cajías en el Foro "Periodismo y literatura" organizado por el Centro Pedagógico Simón Patiño en julio pasado

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Primera de cinco partes

DE EVA Y HELENA

Podríamos comenzar con un lugar común, el origen de todo está en el chisme, sobre todo el chisme que tiene que ver con las mujeres, más que nada con las mujeres enamoradas, las bellas pecadoras, las tentadoras. Desde el inicio de los tiempos, cuando aparece la palabra como una idea para comunicar, los seres humanos se dedican a difundir chismes sobre sus familiares, sus vecinos, sus amigos o sus imaginaciones.

El chisme es la base de todo lo que hoy nos preocupa en tesis, seminarios, talleres y coloquios. Quizá lo más originario que sobrevive, por lo menos en nuestra región, sean los vallenatos caribeños que llevan de pueblo en pueblo las historias de romances clandestinos, las nuevas viudas, los muertos en la vereda. Como bien envidiaba Gabriel García Márquez, son esos autores -anónimos hasta el torrente de Rafael Escalona- quienes combinan con certeza geografía, poesía y noticiero manteniendo un estilo preciso y sencillo.

El triángulo del relato tiene en un vértice a la literatura/narrativa, en el otro ángulo a la historia y en el tercero al más reciente, al periodismo, y se nutre casi simultáneamente de esas tres puntas. Por ello parece inútil separar esas vertientes porque continuamente encontraremos que se tocan, se juntan, se entreveran y en muchas ocasiones es difícil definir si un texto es ficción, realidad, actualidad.

Como recordábamos al principio, en cada siglo las preocupaciones están marcadas por las mujeres, por Eva -si tomamos la Biblia-, por Helena -si queremos seguir a Homero-, o por Sherezade con sus mil y un cuentos.

Amor y sus infinitos vericuetos de celos, triángulos, incestos, venganzas, y su sombra, el odio, las guerras, las rivalidades, las enemistades, concebir la vida y morir. Una biografía histórica de cualquier héroe moderno parece tan antigua como la del mítico Ulises.

Quizá las mayores diferencias estén marcadas en los tiempos narrativos; la ficción busca una unidad y mejor si es un momento; la historia puede abarcar un milenio y el periodismo necesita un ancla en la actualidad, el tiempo presente, presente.

También suelen diferenciarse las herramientas y el uso de las fuentes, pero actualmente el periodismo literario, la biografía novelada, la historia sin pie de páginas y como proceso, la no ficción, son formatos que mezclan todos los ingredientes. Siento que volvemos al origen, contar chismes. No importa ya tanto la verdad como el interés humano y la sensación que puede suscitar un relato.

LA PALABRA HECHA CARNE

Ese "contar chismes" no es otro asunto que utilizar la palabra que diferencia a los humanos como los únicos mamíferos capaces de comunicar ideas y no exclusivamente intuiciones.

La palabra es el mayor misterio en la historia de la civilización, aunque sea el misterio más antiguo y más común. "El Verbo se hizo carne", es decir la palabra, "santificado sea tu nombre". Se conoce la dificultad de los pueblos primitivos orientales para designar con una palabra a la divinidad, por lo que ni siquiera se consideraban vocales. La cábala juega sus escondites con "aleph" y el consiguiente abecedario.

El esoterismo -los gnósticos milenarios- los estonios y el cristianismo primitivo desarrollaron todo un engranaje para relacionar al microcosmos -creación y el macrocosmos- muerte, la tierra y las estrellas con la palabra.

A veces olvidamos que la comunicación con la Divinidad es sobre todo a través de la "oración", cuyo poder es capaz de mover montañas o detener cataclismos.

Los primeros narradores, casi todos mitológicos, respetaron ese valor supremo que la pérdida del asombro en siglos posteriores ha banalizado, como ha burlado la promesa o el juramento, mucho más el compromiso y el honor.

Desde ahí se desprendieron los diferentes formatos: la llamada literatura con el drama o la comedia, la tragedia; la poesía con sus muchas variables; el cuento, la novela. La historia se transformó en una ciencia con determinados atributos, sobre todo en la búsqueda de "fuentes" primarias para respaldar aquello que se defiende como "realidad".

El más joven, el periodismo, más ágil, más preocupado por la rapidez que por la belleza o por la verdad, por los hechos que por la reflexión, potenciado al infinito con el invento de la imprenta y en la última centuria con muchas otras nuevas tecnologías.

CRONISTAS ASOMBRADOS

Para aterrizar esas líneas introductorias en nuestro territorio, tal como demarca el título de este simposio, el triángulo literatura-historia-periodismo hunde sus raíces desde la llegada de los seres que sabían leer y escribir, al inicio del Siglo XVI.

El periodista y literato Luis Ramiro Beltrán, estudioso del desarrollo de la comunicación en Bolivia, sitúa a los quipus y a los chasquis como los pioneros reportajes en Los Andes. Sin embargo, por razones metodológicas y de espacio, dejaremos a ese grupo de lado y nos centraremos en la palabra impresa, la que carga tinta fresca.

En cambio, insisto en nombrar a los primeros cronistas, aquellos que llegaron con los conquistadores ibéricos como los primeros historiadores, literatos y periodistas de nuestro territorio y que, curiosamente, marcan temas y estilos. Tengo algunos trabajos sobre ello. Los autores, a pesar de escasos conocimientos universitarios, narran escenas que anteceden al realismo mágico que caracterizó a la literatura latinoamericana durante el "boom" del Siglo XX. Describen ríos, mares, montañas y pantanos como parte de lo imposible; o persiguen a la fuente de la juventud como el objetivo de una larga travesía.

Además, las crónicas reportan asuntos que han inquietado al continente desde hace 500 años y que siguen como titulares en la prensa moderna: la tenencia de la tierra; la situación de los indígenas; la difícil interculturalidad; las instituciones caóticas; la falta de justicia; los excesos del amor; el mestizaje como un torrente y las eternas luchas civiles.

Estas crónicas son fuentes primarias de información, usadas por historiadores y por literatos, pero poco conocidas por los periodistas.

Continuará

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