En una entrega anterior señalamos la insólita realidad que atraviesa Venezuela, al carecer de varios insumos básicos de uso doméstico y a la cual ha venido a sumarse la cerveza que, en la dieta diaria de algunos venezolanos, es un líquido elemento igual o más importante que el agua empero, ni al más afiebrado soñador del realismo mágico se le habría ocurrido imaginar jamás, una Venezuela donde falte la gasolina, tal como viene aconteciendo desde hace unos días, en varios puntos del país, lo que se traduce en interminables colas frente a las estaciones de gasolina que aún tienen reservas para la venta.
Hasta hace muy pocos días, la incongruencia de la política económica del Socialismo del Siglo XXI se reflejó en la posibilidad de llenar un tanque de gasolina de ochenta litros, por una suma de dinero menor que el de una botella de Coca-Cola personal. Al parecer dicho prodigio que marca la cruda realidad del despilfarro se viene acabando y muy en breve será necesario acudir al temido gasolinazo que estabilice la economía.
Para muchos es difícil poder entender que Venezuela, siendo uno de los diez mayores productores del mundo, se encuentre en semejante situación deficitaria para satisfacer su demanda interna y, la explicación a este fenómeno radica al parecer en el crecimiento poblacional y el consiguiente consumo desmesurado del combustible, a un precio ridículo que, de 310.000 barriles diarios en el año 1999, creció a 500.000 en nuestros días. Tal demanda exigió el aumento de la capacidad de refinación, algo casi imposible pues, gracias a la falta de mantenimiento de las refinerías, que permitiese su explotación racional, simplemente las hicieron explotar.
Este es un contrasentido total si consideramos que Pdvsa era la tercera empresa en el mundo, con una capacidad de refinación de hasta 3,3 millones de barriles diarios de petróleo, pues posee 24 refinerías en todo el mundo, de las cuales 18 están en el exterior y 6 en el país, que bastarían y sobrarían para satisfacer la demanda doméstica empero, la política errática de su administración la ha obligado a señalar hace unos días, que quiere comprar un máximo de dos cargamentos de 300.000 barriles de diésel ultra bajo en azufre, además de otros seis cargamentos de 300.000 barriles de gasolinas, operación que muy rara vez se efectuó en el extranjero.
Sin embargo, lo risible de esta situación es que la empresa estatal socialista posee, a través de su filial Citgo, en los EE.UU. ocho refinerías, mediante las cuales el "Mi comandante Eterno" se dio hasta el lujo de subsidiar el consumo de sus enemigos capitalistas y así llegar hoy, hasta el absurdo de comprar la gasolina a precio internacional y regalarla en Venezuela. Una manera inequívoca de provocar el colapso y hacer que a Maduro se le vaya acabando la gasolina.
Tomado de hoybolivia.com
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